Cinco Roland Garros, dos Wimbledon, un Open de Australia, un US Open, 18 Masters 1000, tres Ensaladeras de la Copa Davis y el oro olímpico ya han instalado al actual número uno del mundo en el Olimpo. Solo un trofeo se le resiste: el de las Finales ATP o antiguo Masters. A lo largo de seis años en la élite se había quedado en dos ocasiones a las puertas de la final, pero esta tarde está en disposición de redondear una hoja de servicios de la que solo puede presumir Andre Agassi. El ex tenista estadounidense se hizo con todos los grandes éxitos que están en juego en el circuito profesional y Nadal se dispone a recoger un testigo que solo está al alcance de los elegidos.
El último obstáculo hacia la gloria es el enemigo más íntimo de Nadal: Roger Federer. La última gran rivalidad de la ATP reedita su pulso 196 días después de su último enfrentamiento en el Masters 1000 de Madrid. El mallorquín y el suizo vuelven a toparse en las Finales ATP, una competición en la que Federer eliminó en dos ocasiones al balear de las semifinales y en la que el de Basilea persigue su quinta corona. Es la final soñada, los dos mejores del ranking y los dos tenistas que han pujado por la hegemonía del circuito en el último lustro. Se han enfrentado en 21 ocasiones con 14 triunfos para el balear y siete para el helvético. De esos 21 partidos 17 fueron finales, que se saldaron con 12 trofeos para Nadal y cinco para Federer. No obstante, esta tarde los precedentes no juegan, solo engrandecen el partido. Ambos llegan al encuentro decisivo en la plenitud de su juego, sin haber perdido un solo encuentro y demostrando sus galones. Sin embargo, el suizo encara el duelo sin haber encajado un solo set y con ganas de apuntarse una de las grandes victorias ante el único rival que ha sido capaz de arrebatárselas. Federer, que este año ha ganado en Australia, Cincinnati, Estocolmo y Basilea, parte como favorito en una pista en la que ofrece sus mejores prestaciones y en una cita a la que llega con menos kilómetros en las piernas.
El de hoy es el último esfuerzo para cerrar un curso excelente con matrícula de honor. El balear ha dado rienda suelta a su voracidad en 2010 y ha capturado tres grandes evidenciando su progresión en todas las facetas del juego. Tras un primer tercio del curso marcado por la lesión que le obligó a retirarse de los cuartos de final del Open de Australia, Nadal reinventó su dominio en la tierra batida conquistando el Clay Slam (los Masters 1000 de Montecarlo, Roma, Madrid y el segundo 'grande' del año: Roland Garros) con un récord de victorias perfecto en la temporada sobre arcilla (22-0).
En Mónaco acabó con una sequía de ocho meses sin llevarse un trofeo a la boca y de paso abrió una dinámica ganadora que tendría uno de sus puntos culminantes en París, donde recuperó el número uno del ranking conquistando su quinta Copa de los Mosqueteros.
Sin embargo, su hegemonía sobre la arcilla también se trasladó a la hierba y más tarde al cemento de Flushing Meadows. El manacorí consiguió la conexión triunfal entre París y Londres por segunda vez en su carrera y reinó de nuevo en Wimbledon, pero el espaldarazo decisivo para optar al palmarés perfecto llegó en Nueva York. Ya con la vitola de dominador del circuito consiguió el US Open, lo que le valió para convertirse en el jugador más joven de la historia en completar los cuatro títulos del Grand Slam. Elevó a nueve su nómina de 'grandes', uno más que Andre Agassi, al que también ha arrebatado este año el récord de Masters 1000, que estaba en 17 para elevarlo, de momento, hasta los 18.
Sus triunfos en todos los escenarios posibles ponen de relieve su versatilidad sobre todas las superficies y una progresión en el juego que ha acentuado su valía en recintos que parecían inalcanzables. Su afán de superación le llevó a no parar de crecer en todos los aspectos y, en especial, en dos factores que están quedado al descubierto en el O2 Arena: su saque y su posición en la pista. Ha sido capaz de equipararse con los registros de efectividad de los grandes sacadores y ha añadido agresividad a su estilo destilando contundencia en cada golpe. Además, ha mejorado su ubicación sobre la línea de fondo para dominar los puntos y hacerlos más cortos, lo que redunda en un esfuerzo menor y en la posibilidad de prevenir lesiones.
Por este motivo, cobra especial relevancia la oportunidad de alzarse con la corona de maestro, ya que se trata de completar un palmarés perfecto y al mismo tiempo hacerse con un premio añadido. Y es que el mallorquín podría embolsarse 1.500 puntos y 1,2 millones de euros si se convierte en el campeón invicto de las Finales ATP.
6 comentarios
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Eres el mejor, le pese al que le pese.
Mientras el delegado de deportes no se de un garveo por el rasputin como otros
El Delegado de Deportes se esta pegando unos viajitos a costa de los ciudadanos con el rollo del Nadal, para que sirven estos viajes? Si este Delegado no pinta ni una regadera? o estamos en crisis? No hay que apretarse el cinturón?
nadal es un papanatas
RAFA ETS EL MILLORRRRR!!!!!!!!!!!!! DEMA A POR TOTES!!!!
GRANDIOSO NADAL. SUPERIOR ANTE LA ADVERSIDAD. ERES NUESTRO ICONO PARA LOS QUE NO TENEMOS FE Y TU VALOR NOS DEVUELVE LA ESPERANZA. Gracias por todo eso, por devolvernos a la realidad de que ERES EL Nº 1. Lo has vuelto a demostrar ante un rival de categoría, que también está entre los grandes de la élite del tenis mundial.