«Sólo tengo sentimientos de agradecimiento hacia la Peña, su afición y Santa Eulària. Es un lugar en el que me acogieron muy bien, me han dado confianza, me han dejado trabajar… Solo tengo palabras de agradecimiento hacia todo el mundo. Han conseguido que tenga un sentimiento peñista para siempre. Me siento identificado con ellos por ser un club que trabaja duro desde la humildad». Son palabras de Alberto Gallego un día después de que se conociese su cese como técnico de la Peña Deportiva con el equipo decimoquinto, en posiciones de descenso, a dos puntos de la permanencia.
El técnico se despide del conjunto de la Villa del Río tras 53 partidos repartidos entre la pasada temporada y la actual, con 17 victorias, 12 empates y 24 derrotas. El curso anterior logró la permanencia tras encontrarse una plantilla descompensada en algunas posiciones. Un objetivo cumplido que alguna vez reconoció como el mayor éxito de su carrera, por encima de los ascensos logrados con el CD Ibiza y el Recreativo de Huelva, ya que considera que era una misión mucho más complicada.
Ahora, se va con la sensación de que acabaría logrando de nuevo la salvación y así lo afirmó ayer: «Estoy 100 % convencido de que íbamos a acabar en la zona de permanencia al igual que el año pasado. Esta temporada hay muchos equipos en una racha muy similar. Se ha compactado y se ha complicado mucho el grupo. El Sabadell mismamente estuvo 10 jornadas sin ganar, el Lleida lleva 15 empates, el Alzira 12 partidos sin ganar… Para mí, el análisis es que estábamos a un partido de la salvación cuando quedaban 24 puntos por jugarse. Hay que aceptar las decisiones del club, pero estoy convencido de lo íbamos a conseguir».
De hecho, su creencia se basa, sobre todo, en que contaba con el apoyo del vestuario. Si algo ha conseguido Gallego en estas dos temporadas en la Villa del Río es que los jugadores sean una piña y fuesen a una con sus ideas y estilo de juego. De hecho, la jornada del martes estuvo salpicada de muestras de cariño de los jugadores que se despidieron del técnico a través de sus redes sociales y también a nivel personal. «Al final, los entrenadores nos llevamos el legado que dejamos y eso se transmite mucho con el cariño. Poder dejar una buena huella en los sitios te reconforta. Estoy muy agradecido a todo el mundo, pero, sobre todo, a jugadores y afición», señaló.
Un equipo que volaba
En cuanto a los futbolístico, la Peña de Gallego se destapó en el primer tramo de la temporada como uno de los equipos que mejor fútbol practicaba. El equipo generaba desde la posesión de balón y sin ella presionaba bien para recuperar el balón rápido. Llegaba por bandas y por dentro, los laterales se convertían en auténticos puñales. Se generaban multitud de ocasiones. Aunque fuera de casa tuvo más problemas, ir a Santa Eulària era sinónimo de disfrutar de un buen partido. También realizó grandes encuentros lejos de la isla, como el 0-2 ante el Sant Andreu. Un buen hacer que puso al equipo en disposición de pelear por el playoff.
Todo marchaba muy bien en la Peña, pero, cuando nadie se lo esperaba, llegó esa espiral de resultados negativos que hizo que el equipo empezase a caer. También faltó fortuna en momentos puntuales, pero los nervios empezaron a atenazar a un equipo que se metió en puestos de descenso. De hecho las tres últimas semanas fueron especialmente duras, no sólo por la última derrota ante el Andratx en casa, resultado que llevó a la destitución de Gallego, también por ver cómo se escapaban las victorias ante dos equipos de la zona alta como el Torrent y el Espanyol B en el tiempo de descuento. Cuatro puntos que hubiesen hecho que la realidad actual fuese muy diferente.
El propio Gallego analizó ayer ese bajón de resultados: «Es cierto que la primera parte de la temporada fue realmente brillante a nivel de juego y de resultados. El equipo presionaba bien, atacaba por dentro y por fuera. Todo lo que hacíamos en los entrenamientos se veía en los partidos. Éramos un equipo que volábamos y sentíamos que podíamos con todos. Pero no hay que olvidar que la apuesta fue por un equipo joven, austero, con unos recursos limitados… El inicio de la temporada nos hizo soñar a todos por el juego que hacíamos. Creo que eso también fue un arma de doble filo. Cuando los resultados dejaron de acompañar, exponer y exhibir ese juego fue pesando en los jugadores, aunque lo intentaban. Yo estoy muy orgulloso de ellos. Fueron muy valientes. Yo creo que hubo tres partidos que sí fueron malos, que es normal para un equipo que era completamente nuevo, pero demostramos el fútbol que podíamos hacer y la afición pudo disfrutar. Espero que puedan volver a recuperar esas buenas sensaciones».
Este paso por la Peña no fue la única etapa de Gallego en la isla. También había estado en el CD Ibiza, donde logró el ascenso, y para él Ibiza siempre será importante: «La isla es un lugar muy especial para mí tanto a nivel personal como profesional. Tuve una experiencia excelente en el CD Ibiza, logrando un ascenso histórico, con muchos récords que batimos aquel año con un grupo bestial de jugadores. Y esta etapa en la Peña, con un año pasado en el que creo que hicimos un milagro manteniéndonos en la categoría, sin rendirnos nunca. El comienzo de esta temporada… La verdad que he disfrutado muchísimo. Ibiza es un lugar en el que me siento muy cómodo. Son dos experiencias muy positivas, aunque ahora me voy con la sensación de que tenía claro que iba a poder lograr la salvación y me apena no haber podido culminarlo, pero espero y deseo que lo puedan conseguir».
Ahora, ese objetivo está en manos de Raúl Garrido que fue anunciado este martes y que ayer dirigió su primera sesión como técnico de la Peña.
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