—Vaya final. ¿Cómo fueron esos momentos tras cruzar la meta?
—Al llegar, no tenía absolutamente ni idea de quién había ganado. Los últimos 50 metros fueron muy apretados y no supieron decirnos quién había quedado primera. Pasaron 20 minutos y no sabíamos nada. Fue todo muy emocionante y bonito. Al principio, todo el mundo se pensaba que la campeona era yo, pero yo me decía a mí misma: «No celebres nada, porque ha sido todo muy apretado el final y una décima puede darte el título a ti o a ella». Cuando dijeron que habíamos empatado en milésimas y que darían dos oros, nosotras dijimos que era perfecto.
—Usted fue la sombra de Carmen Riaño toda la carrera. ¿Era el plan?
—Sí. Realmente, mi baza era ir detrás, aguantar y confiar en el final. Intentaron hacerme la carrera un poco dura y sabía que tenía que plantearla así. Empezaron a tirarme desde el principio porque sabían que su baza era dejarme atrás dado que mi final es muy fuerte. Pude aguantar. El final fue espectacular.
—Cuando dio el hachazo, ¿le sorprendió el poder de reacción de su rival?
—Fue brutal. Yo sabía que tenía que tirar y apurar lo máximo posible, porque ella tiene un final parecido al mío. A falta de 200 metros, tiré yo y luego, ella. Yo no me rendí y volví a tirar. Fue espectacular.
—De todas las carreras que ha disputado, ¿en qué posición queda esta en cuanto a dificultad y emoción?
—En cuanto a dificultad, yo sabía que iba a ganar medalla seguro, pero estaba entre el oro y la plata. La verdad es que yo no me quería ir sin el oro. Sabía que el 5.000 no lo había preparado demasiado y tenía que confiar en mí y en que tengo un fondo ‘crosero' interno. Mi entrenador me dijo que tenía que confiar y ya está. En cuanto a resultado, un empate en el 5.000 creo que es una excepción en España. Fue muy emocionante y bonito. Voy a recordar esta carrera como una de las más bonitas que he disputado.
—Tres títulos sub-23 este año. ¿Es la mejor temporada de su carrera?
—Podría decir que sí, ya no a nivel de títulos por el triplete, sino por lo que he ganado este año de entrenamiento en madurez y en capacidad de trabajar de distintas formas. Creo que hemos crecido muchísimo y las marcas las he mejorado muchísimo. Estoy un poco más cerca de mis objetivos y tocar ese límite que aún no sé dónde está.
—¿Qué retos tiene ahora por delante?
—En principio, ahora estoy de vacaciones, pero, sorprendentemente, me dijeron de hacer el jueves un 2.000 en Mallorca para intentar batir el récord de España de mi categoría. Me motivó la idea. Por qué no. Tirará de mí una amiga, Lucía Pinacchio. Ya lo intenté en Ibiza, pero me quedé un poco lejos.
—Su etapa como sub-23 llega a su fin. ¿Qué espera del salto a sénior?
—Sobre todo buscaré mejorar, porque optar a medallas va a ser muy complicado. Intentaré estar lo más cerca posible de ellas. Ahora toca acostumbrarse a ser absoluta.
Andrea Romero, ayer en Santoña, disfrutando de un descanso tras su participación en el Nacional sub-23.
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