Aitor Barreros, técnico de la UD Ibiza-Ushuaïa Volley, charla con los medios de comunicación.

Aitor Barreros (Bilbao, 12-09-1979) sigue teniendo plena confianza en la UD Ibiza-Ushuaïa Volley. El entrenador celeste aún ve a los suyos capaces de levantar un título como el de la Copa del Rey, para la que se clasificaron in extremis.

—Clasificados para la Copa in extremis. ¿Se sienten aliviados por ello?
—Más que alivio, es algo así como soltar peso en una temporada que está siendo muy dura. Hemos sufrido mucho por cosas más externas que internas. Se nos complicó la vida por una crisis de juego de dos o tres partidos. Al final, la sensación es que has sufrido, pero te llevas el premio.

—Hace referencia a «cosas externas más que internas». ¿A qué se refiere?
—A la COVID-19, para empezar. Lo sufrimos en pretemporada y hace nada, justo antes del supuesto partido más importante que teníamos porque nos jugábamos entrar en la Copa. Hubo problemas para que llegaran algunos jugadores, que retrasaron su incorporación por la situación de la COVID-19. También hubo cosas que hicieron que algunos jugadores se fueran del club como Carlos Mora y Brendan Schmidt. Se junta todo y se hace una media temporada complicada.

—¿La silenciosa marcha de Mora a qué se debió?
—Su mujer estaba embarazada y a él le salió una oferta de trabajo porque es profesor. En principio, no la iba a coger, pero, con la mujer embarazada y primeriza, se lo acaba replanteando. Es una baja que, a la larga, ha pesado más de lo que yo pensaba. Es un chico que aguanta bien la presión. No era titular porque a nivel de calidad él y Sergio Ramírez son parejos. Quizá Sergio es mejor colocador, pero Carlos tiene una personalidad y una experiencia que nos habría ayudado mucho.

—Se celebró la clasificación para la Copa del Rey casi como un título. Resulta un poco chocante habida cuenta de que la plantilla estaba configurada para optar a lo máximo.
—Sí, pero, obviamente, una cosa es el objetivo que te marcas y cómo se plantea la temporada, y otra es cómo se va dando el camino. El camino ha estado lleno de piedras y baches. La verdad es que, al final, se puso la cosa muy complicada, muy fea. Poder sacar esto adelante merecía celebrarlo. Se hizo un partido muy bueno, con una comunicación con los jugadores muy buena. En el primer set, parecía que nos empezaban a remontar y volvieron los fantasmas de las remontadas de Soria o Manacor, pero los espantamos rápido.

—¿Está satisfecho con el rendimiento del equipo hasta ahora?
—Con el rendimiento, en general, sí. Se ha visto por momentos lo que podemos hacer. El ejemplo es el partido de Almería. Lo situaría como uno de los mejores que hemos podido hacer. Simplemente, nos faltó haberlo sacado en el cuarto o quinto set, pero, para una plantilla joven como la nuestra, suele ser lo más difícil. Hay casos particulares de rendimiento. Por ejemplo, estamos esperando que Wallaf vuelva al nivel del año pasado. Tras seis meses de parón, le está costando. Si conseguimos hacer el juego de Almería o Melilla, combinado con que Wallaf esté listo para hacer 20 o 25 puntos, podemos jugarle de tú a tú a cualquiera.

—A principios de curso defendía que se podía aspirar a ganar algún título. ¿Sigue pensando lo mismo?
—Ganar un título no es imposible nunca. Entras como octavo en la Copa y, si ganas tres partidos, eres campeón. Esta plantilla puede ganar a cualquiera. No me cierro a nada. Jugaremos en Copa contra el Teruel y creo que es más fácil ganarle en cuartos que en una final, porque tiene un equipo mucho más experimentado. El nuestro es mucho más joven. Esa ventaja, en cuartos, no se nota tanto como en una final por los nervios. De todas formas, si quieres ganar la Copa, tienes que cargarte al Teruel en cuartos, ‘semis' o en la final.

—Brendan Schmidt, fuera. Julián García-Torres, dentro. ¿Qué espera con ello?
—Brendan es un jugador con una supuesta proyección muy importante porque venía de jugar en dos equipos muy importantes, pero no ha sido determinante. Cambiamos un jugador joven por uno que está medio retirado pero con una experiencia y carisma brutal. Tiene que aportar esa experiencia de la que estamos adoleciendo en una plantilla con 24 o 25 años de media. Tiene que ayudar a los jóvenes a poder cerrar esos sets que nos están costando y que nos hicieron dejarnos algún punto.

—¿Ha pedido al club algún regalo de Reyes?
—La verdad es que no. Somos un club modesto. No somos el Almería, el Teruel ni el Guaguas. Más que pedir, tendría que ser el club el que viniera a mí y me dijera algo. De todas formas, creo que tenemos una plantilla de calidad, la mejor o una de las mejores de la historia del club, pero el año está siendo muy complicado. Para tener jugadores de esta calidad tienen que ser jóvenes. Si son veteranos, cuestan el doble. Wallaf tiene 21 años y le estamos pidiendo tras seis meses parado que esté perfecto otra vez tanto físicamente como de cabeza, y se le nota la ansiedad de querer hacerlo bien porque es un chaval. Tenemos que trabajar eso para que esté bien.

—¿Qué nota le pondría a su equipo?
—Siendo sincero, sé que los resultados no han sido los ideales, pero le doy un siete porque hemos sufrido mucho desde el primer día, que llegamos ya con positivo en COVID-19, y el equipo ha peleado se ha enfrentado a todas las circunstancias posibles. Hemos jugado sets brutales. Luego hemos tenido un bache duro. Lo hemos pasado mal tras la remontada del Soria en casa. También hemos sufrido problemas arbitrales. Vamos a dejarlo ahí por no decir algo más. Al final, hemos conseguido ese objetivo de entrar en la Copa, que le va a dar confianza a la plantilla.