Ruido, petardeo de motores y olor a gasolina para despedir a uno de los mejores pilotos españoles. Andrés Vilariño pone punto final a su carrera con una nueva victoria en la Pujada a sa Cala de Sant Vicent. El piloto vasco cumplió los pronósticos y consiguió el mejor tiempo de todos los participantes, eso sí se quedó con la espinita de no haber podido bajar de dos segundos y superar su propio récord.
Como viene siendo habitual, la prueba reina del motor ibicenco reunió a una gran número de aficionados a los coches. Las cunetas llenas de aficionados dieron colorido al espectáculo.
Con los entrenamientos la gente fue calentando y abriendo boca para lo que venía después. La competición propiamente dicha comenzó con un poco de retraso, pero con expectación. Los primeros en pasar fueron los pilotos de drifting que quemaron rueda con sus derrapes.
Luego llegaron los turismos más clásicos que exprimieron sus motores al máximo. El cierre fue obra de las barquetas previo paso de los car cross, el último piloto en tomar la salida fue Vilariño.
Tras la primera manga, Vilariño reflejó lo que ya se sabía, que era el piloto a batir. El vasco tardó 2'06''974 en completar los cuatro kilómetros de la subida. El segundo puesto era para José Fernández que cedía poco menos de un segundo y medio.
En la segunda manga, llegó la hora de tomar riesgos, pero ninguno de sus rivales consiguió mejorar su tiempo. En ese esfuerzo por intentar mejorar y ganar sus respectivas categorías, el piloto de drifting Eloy Hinojosa protagonizó el único accidente de la carrera. No fue grave sólo un contacto contra un quitamiedos. «Es un circuito muy técnico y no te permite ningún error», explicó.
Vilariño quería bajar de dos minutos y poner un récord difícilmente superable. No fue así. Mejoró la subida pero se quedó en 2'05''715. Al finalizar la prueba, el conductor explicó que a día de hoy es muy difícil bajar de dos minutos porque «la carretera cada año está peor y no se puede correr más».
Colofón soñado
Tras llevarse la victoria, Vilariño confirmó que será la última de su carrera como piloto: «Sí, me retiro. Ya he estirado demasiado este momento. Continuaría, pero no». «Seguiré en este mundo, pero al otro lado de la barrera ayudando a mis hijos sobre todo a Ángela», añadió. «Me va a costar irme, pero me voy feliz. Ya no hay marcha atrás», sentenció.
Tanto su hijo Ander como su hija, siguen los pasos de su padre y ya cuentan con títulos europeos. Andrés Vilariño se baja del coche con cuatro entorchados, mientras que su hija Ángela tiene dos, y su hijo suma siete.
Sobre las sensaciones que ha tenido en esta última carrera destacó haberse encontrado a gusto y el cariño del público. «Es el mejor colofón para mi vida deportiva», aseguró.
Pese a que era la última vez que competía los nervios no le invadieron. Cuando esperaba la luz verde del semáforo por su cabeza sólo pasaba «correr mucho porque quería ganar. No quería irme sin ganar». Ibiza pone punto final a la carrera de todo un campeón.
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