Edu Oriol, presionado por un futbolista del Atlético Levante, avanza con el balón controlado. | MARCELO SASTRE

Corría el minuto 94 con el mismo marcador con el que se cerró la ida de la ronda anterior contra el Getafe en Can Misses (0-0). Algunos aficionados ya habían abandonado el estadio y otros se encontraban en ello cuando, de repente, el balón llegó al costado izquierdo. El recién incorporado Diego Gregori recibió la pelota y decidió disfrazarse de Messi para zigzaguear hacia el interior del área entre tres rivales, recortar al cuarto y batir al portero, que, vencido, se dejó caer al lado contrario, con un disparo al primer palo. Gol, no: golazo.

La euforia se desató en la grada... y en el campo. El goleador se quitó la camiseta durante los festejos y todos sus compañeros se abalanzaron sobre él. No era para menos. El atacante había roto el ’cerocerismo’ y puso así a los suyos con medio pie en Segunda División B, categoría que se ha quedado sin representantes pitiusos tras el descenso del Formentera y la Peña Deportiva hace más de un mes.

La expectación era máxima. Tras dos eliminatorias superadas, Can Misses acogía el último partido como local de los unionistas. Alrededor de 1.500 espectadores recibían a los jugadores de Sa Deportiva con un mosaico celeste –mejorable, eso sí– y sus jugadores respondieron a la ilusión generada adueñándose del balón en los primeros compases y generando la primera gran ocasión del duelo. Edu Oriol, sensacional en el primer tiempo, puso un balón interior a Terán y éste remató por partida doble al cuerpo del portero.

Ése fue el acercamiento más claro de los de Rufete, que se aproximaron en alguna que otra ocasión más pero con una nula capacidad de definición. La réplica la dio Álex Cortell en el minuto 36 con un zapatazo lejano que acabó en el palo. Menudo susto.

El Ibiza no se amilanó lo más mínimo y, de hecho, aún tuvo tiempo de rondar el gol. Terán mandó una volea a las nubes tras un servicio de Ramos, en el minuto 42, y Cirio, 60 segundos después, no acertó a driblar al último defensor para quedarse solo contra el portero.

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La segunda parte

Nada más reanudarse el partido, la grada estuvo a punto de cantar el primer tanto. Una falta lateral la mandó Álvaro al corazón del área y la pelota se paseó por delante de los atacantes ibicencos. Es más, un defensor casi anotó en propia puerta, pero la pelota se marchó a saque de esquina. Tres minutos y primer aviso.

Con el paso del tiempo, el Atlético Levante se fue apoderando de la pelota y a merodear con peligro por el área de Álex. Menos mal que Verdú emuló al mejor Puyol para desbaratar dos peligrosísimas acciones ofensivas de los levantinos.

El conjunto celeste estaba a merced del visitante, pero todo cambió a falta de menos de 20 minutos para el final con los cambios introducidos por Rufete. Gámiz dio otro aire al ataque de los unionistas y no tardó en poner un buen balón a Cirio, cuyo disparo despejó Cárdenas con una estirada felina.

Acto seguido, Diego Gregori probó fortuna con un chut desde la frontal. El balón salió muy desviado, pero se veía con hambre de gol al valenciano. La UD Ibiza era otra y el filial azulgrana empezaba a tambalearse. Es más, debió quedarse con uno menos en el 82’ cuando Mongil placó a un Edu Oriol listo para encarar al portero, pero el árbitro sólo decretó amarilla pese a la dureza de la falta y el peligro de la jugada.

Con todo, el destino reservaba un final feliz para la UD Ibiza. Como si se tratara de uno de esos capítulos de The Walking Dead en los que no pasa absolutamente nada hasta el final, Diego Gregori dio un mordisco a los levantinistas para escribir el borrador del ascenso a Segunda B. El sueño empieza a hacerse realidad.