Que el Athletic Club atraviesa por un bache de fútbol y resultados en este inicio de temporada quedó claro y meridiano ayer en Formentera, donde hasta la aguerrida afición bilbaína simuló ser más un lindo minino que el temible rey de la selva. No es que Sant Francesc fuera ayer una fiesta -el precedente del año pasado con los ‘artistas' venidos de Sevilla nos mal acostumbró- pero dieron más ambiente a la grada visitante una docena de banderas que cerca de un centenar de zamarras rojiblancas. Los rugidos para la Catedral, pensarían.

Los leones, ayer agazapados, ya digo, impusieron al menos su presencia durante el primer cuarto de hora, en los que el ariete Kike Sola gozó de un par de acciones en el barullo del área para poder avanzar a los suyos. Pero el partido se enrevesó y el Athletic de Beñat y Susaeta quedó totalmente desnortado. Así fue como el Formentera se desprendió de la congoja y encerró por momentos a su rival, pasada la media hora de juego. El espléndido cabezazo cruzado de Omar al que respondió Kepa Arrizabalaga con una estirada de manual despertó los ánimos en la grada. El meta del Athletic voló y mantuvo firme la manopla para escupir un balón que marchaba hacia la gloria para el Formentera. Pocos minutos después Gabri botó con muchísima intención una falta lateral que volvió a encontrar las manos firmes del joven guardameta titular de los vizcaínos.

La grada respondió al unísono con palmas y cánticos al compás de la charanga local antes de que llegase al descanso.

Tras un asueto marcado por la música ochentera de Jordi Cardona llegó el delirio al Municipal. A los 15 minutos de la reanudación y coincidiendo con un nuevo arreón del equipo local, el mediocentro Liñán cazó al vuelo un balón muerto en el área que se coló entre un nudo de piernas entrando manso en la portería. 1-0 y sorpresa en Formentera.

Sin embargo, la alegría duró poco. Exactamente el tiempo que tardó en saltar al césped el irreductible Raúl García. Suyo fue el cabezazo del empate tras un centro medido con la zurda del lateral Saborit. El guerrero navarro se erigió por encima de la defensa y marcando los tiempos conectó un testarazo que hizo inútil la estirada de Marcos Contreras.

En ciertos momentos el encuentro parecía más un amistoso de verano organizado por la peña ibicenca del Athletic Club que una eliminatoria copera. El equipo de Ziganda estaba pasando de puntillas por Formentera, donde se encontró desorientado e incómodo. La afición local disfrutó con la entrega de su equipo, que defendió su renta con orden y con cierto descaro pese a la entidad de su adversario. Y halló premio con un empate que marca un nuevo hito en su corta y fulgurante historia y que deja abiertas sus opciones para el choque de vuelta en la catedral del fútbol español.