—Comentó que se retira para dedicar más tiempo a la familia. ¿Es ésta la única razón por la que lo deja?
—El motivo es que, después de muchos años, llega un momento en el que veo que se ejerce demasiada presión sobre mí, sobre todo en el aspecto arbitral. La gente incluso me responsabiliza de decisiones que toman mis compañeros, cosa que puedo llegar a entender porque siempre se me ha exigido un plus. No me divierto como me divertía antes. Aparte de ser un trabajo serio, también me divertía, igual que un jugador al jugar. Ya no tengo ese sentimiento. Además, es complicado para trabajar para el fútbol sala en Ibiza por la situación que tenemos y quema un poquito.
—El pasado fin de semana se retiró un equipo de la pista por una decisión arbitral suya. ¿Ha sido la gota que colma el vaso o ha tenido algo que ver?
—No. Es un tema al que llevo tiempo dándole vueltas. Lo del otro día me pasó y es otra anécdota de las muchas que tengo. No le vamos a dar más importancia. Es una pena que pasen estas cosas, pero nada más.
—Hablando de anécdotas. ¿Cuáles recuerda?
—Hay una que cuento siempre que me pasó en un amistoso del Gasifred. Hubo una pequeña trifulca, creo que con Ernesto en un córner. Acudí a decir «ya está, que es un amistoso», y Javi Rodríguez me dijo «yo soy Javi Rodríguez». Le contesté: «Y yo Toni Costa». La cuento siempre porque es un icono del fútbol sala mundial. También recuerdo que, pitando en un Europeo en Marruecos, el portero ruso me protestó y no le saqué amarilla, sino que le amonesté verbalmente, porque había que poner en el acta lo que el jugador dijera.
—¿Y alguna negativa?
—Una final del Campeonato de Balears entre el Atlético Isleño y el ahora Inca Futsal. Tuvimos que suspender el partido a falta de segundos para terminar. Me sentí un poco mal no por el arbitraje, sino porque costaba mucho montar un Campeonato de Balears y aquello afectaba. Afortunadamente, conseguimos terminar el partido. Siempre he tenido un talante mediador, pero aquel día fue muy duro y, desde entonces, decidí no arbitrar más Campeonatos de Balears.
—¿Está pagado ser árbitro?
—No. La gente se cree que ganamos dinero, pero no. Ser árbitro es una vocación. La pena es que árbitros por vocación hay ya muy pocos. Una de las cosas que más me apena es no dejar, entre comillas, una herencia en este sentido.
—¿Por qué decidió hacerse árbitro?
—Yo jugaba en la liga local de Sant Antoni de fútbol sala con el Ca Nostra, con 28 equipos. El que fue mi mentor, Nicolás Valdés, al que el fútbol sala ibicenco le debe mucho, me dijo un día de empezar a arbitrar a niños en la liga escolar de Sant Antoni. Le dije que sí y al año siguiente me federé. Él era el delegado de árbitros y así empecé. Yo creo que es algo que realmente siempre me gustó.
—En 33 años de arbitraje habrá podido ver las diferentes etapas que ha vivido el fútbol sala, un deporte que parece que hace algunos años estaba mejor que ahora.
—A nivel de Ibiza está claro que ha pasado del todo a la nada. Es una pena. A nivel mundial, los cambios también han hecho que le cueste crecer, más que nada porque sabemos que muchas veces las cosas se mueven por intereses económicos y lo que no da dinero no interesa. Es una pena, porque si al fútbol sala lo dejáramos un poco suelto, siendo independiente, seguramente estaría por detrás del fútbol en cuanto a afición y licencias, porque es increíble lo que mueve este deporte.
–En un baremo del 1 al 10, ¿en qué estado se encuentra el fútbol sala insular?
–En un 5, un aprobado, porque hace unos años no había nada. Mi antecesor, Rafa Albert, empezó a organizar unas ligas y yo he continuado con esas ligas, intentando mejorar en ciertos aspectos. Este año hemos conseguido hacer una copa no federara de féminas y hemos llevado a cabo la Regional, cuyo vencedor puede ascender a Tercera. Hay mucho trabajo por hacer. Creo que todo el mundo se tiene que poner las pilas: los clubes y la federación No es culpa de uno ni de otro, sino de las dos partes, pero yo creo que puede crecer a base de trabajo.
—¿Realmente piensa que se puede reflotar el fútbol sala?
—El problema es que a nivel de federación hemos empezado la casa por el tejado. Hemos empezado con categorías juveniles, cadetes e infantiles. Lo que hay que hacer es volver a los colegios y crear una liga escolar. A partir de ahí, hay que crear los clubes federados desde iniciación hasta las demás categorías, pero hay que ir a la base. Para eso hace falta gente que trabaje, pero no lo puede hacer una persona solo. Tiene que haber más gente. Hay que ir a los colegios, hablar con las asociaciones de madres y padres, y concienciarles de que tiene que ser una actividad extraescolar. También existe un problema, que es el de que hay que inculcar que es un deporte para que los niños aprendan, no una competición. Por último, recuperar los Campeonatos de Balears también sería positivo para incentivar a los equipos.
—¿Se sabe quién tomará su testigo? ¿Ha propuesto a alguien?
—No. De hecho, todavía no me he sentado con el presidente insular, Vicente Bufí, cosa que haré. Yo lo dejo de forma activa. No voy a decir que no ayude en momentos muy puntuales al que entre, pero de la forma actual seguro que no voy a estar.
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