—¿Cómo está funcionando el campus?
—Estamos casi cubriendo las inscripciones del año pasado a estas alturas. Tenemos gente apuntada de fuera de la isla, algo que nos da alegría porque le da algo más de vidilla al asunto y los chavales de la isla pueden ver su nivel con gente de fuera. Esperamos que sea un éxito como el año pasado y podamos seguir con este proyecto mucho tiempo más.
—¿Qué pueden aprender?
—Es cierto que es un periodo corto, una semanita, pero tenemos unos entrenos intensivos por la mañana. Por la tarde, intentamos algo más de competición. Queremos que los niños disfruten con entrenadores titulados de fuera de la isla y hacer algo distinto a lo que suelen hacer durante la temporada. Intentaremos que quienes tienen más nivel y ya les conocemos del año pasado puedan tecnificar un poco más, ayudándoles en cosas concretas, y que los que tienen menos nivel o acaban de empezar pues puedan enamorarse del baloncesto y les nazca el gusanillo por él. El año pasado conseguimos que tres o cuatro niños que no jugaban al baloncesto se federaran para jugar esta temporada. Es un objetivo bonito también.
—¿Qué te lleva a hacer este campus en Eivissa?
—Llevo muchos años viviendo en Ibiza. Mi mujer y mis niñas son de aquí y el arraigo a la isla me mueve a intentar hacer cosas nuevas, ayudar a que el baloncesto crezca un poquito aportando mi granito de arena para que intente evolucionar.
—Ya tienen la experiencia del año pasado. ¿Qué expectativas hay para esta edición?
—Es un proyecto bastante familiar y humilde. Intentamos ir poco a poco. Con que cada año tengamos un niño más y poder hacer el campus nos basta. No pretendo con esto ni un negocio ni una forma de vida, sino que se pueda hacer un proyecto que vaya sonando con los años y, al final, sea una cita conocida con el mundo del baloncesto aquí los veranos.
—¿Aparte de usted habrá algún jugador más de elite que se deje caer?
—En muchos campus se hace y llama mucho la atención, pero no me gusta que el campus quede vinculado a que venga una persona famosa del deporte. Nuestra idea es que los niños queden contentos con el trabajo y servicio que les damos, no que se apunten para ver durante diez minutos a alguien que sale por la tele. Ni lo programamos ni lo anunciamos. Tampoco descartamos que, si hay alguno por la isla, nos haga una visita. Eso lo aprovecharíamos, pero no como para programarlo o venderlo como parte del campus.
—¿Cree que necesita un empujón el baloncesto en la isla?
—Supongo que todos podemos ayudar un poquito a que vaya a más. Entre todos podemos ayudar a que vaya cogiendo un poco más de nivel y que los chavales se vayan ilusionando.
—Con lo que gusta el baloncesto, ¿qué cree que habría que hacer para impulsarlo?
—Lo que hablamos cada año. En otras islas, como Mallorca y Menorca, ha habido baloncesto. ¿Por qué no aquí? Hubo baloncesto femenino hace algunos años al máximo nivel, pero no ha arrancado nunca ningún proyecto que le dé un poco más de nombre a este deporte en la isla. Un equipo que saliera por la Península le daría un poquito de nombre y pondría a Ibiza en el mundo del baloncesto. Ahora, la gente no relaciona para nada Ibiza con este deporte.
—Cambiando de tercio, ha tenido que vivir un año difícil en el Gipuzkoa.
—La verdad es que ha sido un año complicado, con muchísimas derrotas y cambios de jugadores. Ha sido, probablemente, uno de los años más duros de mi carrera. Fue una pena no conseguir el objetivo de salvar al club, un pequeño fracaso para todos los que hemos participado en el proyecto del Gipuzkoa Basket.
—¿Por dónde pasa el futuro de Jordi Grimau?
—Ahora hay que esperar a ver cómo se mueve el mercado en verano. A ver qué opciones hay de seguir en la liga española o de salir al extranjero. Quiero apurar estos últimos años, no sé si tres, cuatro, cinco o los que sean, pero creo que estoy en un muy buen momento y quiero alargarlo tanto como pueda, porque me hace disfrutar y ser feliz.
—Supongo que como buen amante del baloncesto estará atento a ver qué pasa con la selección en los Juegos Olímpicos.
—Sí, a ver cómo acaba todo y se solucionan estos pequeños inconvenientes que hay con la organización de los Juegos. Espero que se lleve a término y el equipo pueda competir. Parece que igual son los últimos años de una selección tan competitiva como las de los diez últimos años porque pronto llegará la marcha de los Gasol, Navarro... Hay que aprovechar este último momento en el que van a participar porque, probablemente, luego vendrá una época más durilla.
—¿El oro es imposible con Estados Unidos de por medio?
—Eso parece. Yo creo que un objetivo ambicioso sería plantarse en la final y ver si puedes competir con ellos en el supuesto caso de una final soñada entre Estados Unidos y España. Parece que los americanos van a llevar un equipo interesante. Ya tienen los sustos de estos últimos años, que han visto que nos podíamos acercar un poquito a ellos, y últimamente se lo están tomando más en serio.
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