Bertomeu admite que el suyo no es el único club que se plantea su continuidad y recuerda que el fútbol base perdería «su componente social» de prosperar la normativa. «Somos entidades sin ánimo de lucro. A partir de ahí, dar de alta a los monitores y colaboradores, tener una gestora que te lleve toda la contabilidad y que los directivos pasemos a responder de una posible infracción con nuestro patrimonio nos desmotiva muchísimo para seguir adelante», asegura el presidente de la Penya Blanc i Blava, un club dedicado exclusivamente a las categorías inferiores que actualmente cuenta con unos 350 jugadores.
Bertomeu recuerda que, como él, «los que estamos en el deporte base desde hace más de 20 años no tenemos en cuenta el tema económico». Por este motivo no entiende que el Gobierno «nos quiera equiparar con pequeñas o medianas empresas». «Si tengo que tener miedo por una inspección fiscal, pues que lo haga otro», confiesa. El dirigente de la Blanc i Blava se pregunta si un club como el suyo que «realiza una labor social con multitud de niños de distintas nacionalidades que reciben disciplina y valores es una empresa». «Pues para mí, no», reflexiona Bertomeu, quien admite que la ley provocaría que las familias «en lugar de pagar 30 euros al mes de cuota paguen 80 ó 90 euros». «Esto sería finiquitar el fútbol base», apostilla. Los damnificados serían los niños, avisa el responsable del club blanquiazul. No obstante, Bertomeu aclara que su postura no es huir de tributar, sino «establecer unas normas de juego para que haya una viabilidad. Por ejemplo, que hasta 200 euros de retribución mensual se esté exento de tributar».
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