Los montones de paja dieron algún que otro quebradero de cabeza a los participantes. | Daniel Espinosa

Dos miembros de los cuerpos de seguridad del Estado observaban, detenidamente, los movimientos de dos tarjetas ‘black’ que se aproximaban a la línea de salida. Dos plátanos y un reno iban a la zaga junto a los hermanos Rambo y las bailarinas velludas de tutú rosa. Por delante tenían seis kilómetros llenos de obstáculos de la segunda edición de la Cursa Pagesa Xtreme, una carrera que se celebró, como el año pasado, al lado de Las Dalias al ritmo de la música de artistas como Nancy Sinatra o los Rolling Stones. Los 61 valientes que pagaron los cinco euros de inscripción para sufrir, pero también para echarse unas risas, tuvieron que reptar por el barro, desafiar una temible cuesta, vencer el hoyo de las bolsas de plástico, esquivar las vallas metálicas, superar los obstáculos inflables, saltar los contenedores de escombro y, casi, escalar los neumáticos irregulares del camino.

Pero entre tanta fauna y flora, producto de la gran imaginación y de las ganas de pasarlo bien de los participantes, aparecieron los de siempre, los que se superan día a día, los atletas que, a pesar del carácter festivo, iban a competir. Y entre ellos, como es habitual, estaba el incombustible Samuel Urbano, que se hizo con la victoria de forma holgada (28’13’’) por delante de Carmine Wong (29’36’’) y Fernando Sánchez (29’42’’). «El viernes por la noche me entraron ganas de apuntarme y me he animado», destacó a tras la carrera. «Es una maravilla», apostilló. Sobre los obstáculos, Urbano comentó que «no tuvo problemas», si bien recordó que «las ruedas» le dieron algún que otro quebradero de cabeza por su irregularidad. Tras esta victoria, pocas carreras le quedan al atleta por ganar en Eivissa.

En categoría femenina, ganó por segunda vez consecutiva Carolina Gámez (34’57’’), que cruzó la meta por delante de Nuria Serra (35’41’’) y Judit Bermejo (37’09’’). «No sé de qué voy disfrazada», reconoció entre risas Gámez mientras intentaba arreglarse un poco el maquillaje de la cara para atender a los medios. Su hija, con un grito, resolvió la duda: «Va de bailarina». La corredora, aún con la respiración agitada de la prueba, destacó que esta edición ha sido «más dura» que la anterior, pero, en definitiva, «más chula».

Las tarjetas ‘black’ cruzaron, contra todo pronóstico, de forma transparente la meta. «Si lo sabemos, no seguimos corriendo», dijeron las tarjetas, Guillermo y Salvador para los que les conocen, cuando supieron que les habían dado el premio al mejor disfraz. «Tardamos unas cuatro o cinco horas en hacerlos», reconocieron los dicharacheros atletas, que utilizaron la actualidad para hacer «algo gracioso y diferente». El podio de esta edición lo completaron dos amigos disfrazados de plátano y un joven que se apuntó en la carrera bajo el pseudónimo de El Reno.