El primer partido de 2012 resultó para la Peña Deportiva su consagración como candidato no solo a disputar la fase de ascenso a Segunda División B sino a pelear por el título liguero y las ventajas que ello concede para promocionar de categoría.
Su victoria ayer sobre el Campos (2-0) sonó en Santa Eulària como un canto al preciosismo y a los valores que hoy en día se imponen en el mundo del fútbol. Esto es, manejar con criterio y velocidad el balón buscando los espacios y, en especial, explotar las bandas para desbordar al rival y tener en franquicia la victoria.
La papeleta de prolongar una racha sublime con Matías Fernández en el banquillo se presentaba complicada ante un Campos pétreo como pocos. Y en esos parámetros de igualdad y derroche físico se movió la primera mitad.
El técnico madrileño debía luchar, además, contra las bajas ofensivas que presentaba la plantilla tras el parón navideño -Bauti, Salinas y el goleador Edu Moral-. Lo resolvió con pericia al situar a los veloces Fofi y Osky en los extremos para 'reventar' a los veteranos laterales del conjunto mallorquín. Arriba, Pepe Bernal volvió a dejar detalles de enorme calidad y Joseto, en la avanzadilla, manejó con ciertas carencias su oportunidad como titular aunque ofreció ciertos destellos que le permitirán coger confianza.
Las primeras tentativas de peligro llegaron con sendos cabezazos de Joseto y Pepe que salieron ronzando el travesaño. Se confirmaba así que la Peña había saltado al césped con un punto más de ambición que su rival, más concentrado en tejer su particular tela de araña que en salir a picar.
De hecho, la primera intervención del meta Carlos Moro no se produjo hasta el minuto 26. Fue entonces cuando el asturiano se vio obligado a actuar en un centro de Toni Vidal que fue envenenándose con rumbo a la escuadra. Poco después tendría que despejar en dos tiempos un derechazo de Joan Andreu que buscaba la misma esquina que su compañero, siendo esta una de las últimas oportunidades del cuadro mallorquín en todo el partido.
Antes del descanso, el asturiano Osky levantó los aplausos de la grada gracias a un dribling (con autopase incluido) sobre dos adversarios que hacía tiempo no se disfrutaba en el Municipal. La jugada acabó sin éxito, pero supuso el preámbulo perfecto a una segunda parte para enmarcar.
Fútbol - Tercera
Un triunfo de prestigio para engordar la racha
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