Mimos. En la imagen, Matías y Villodre dan instrucciones al jugador juvenil Cristian Cruz; estimular la cantera es uno de los objetivos.
Las dinámicas en el mundo del fútbol resultan difíciles de analizar cuando únicamente se atiende a los números y se guarda en el cajón las verdaderas claves del cambio.
La Peña Deportiva ha pasado en los últimos años por diferentes estados, motivados por circunstancias muy diversas que van desde la ausencia de fortuna en momentos determinados de los partidos, la falta de confianza de los jugadores o las lesiones que restaron competitividad a la plantilla. Avatares que impidieron al equipo cumplir sus objetivos la pasada campaña con Luis Rueda en el banquillo.
Tampoco funcionó la apuesta por el preparador manchego Paco Onrubia en el primer tramo de la competición. El albaceteño no aguantó la presión a la que se ve sometido año tras año el vestuario peñista y decidió poner pies en polvorosa.
Después de muchos meses a la deriva, sin un rumbo definido, el timón del barco ha regresado a manos conocidas. La llegada de Matías Fernández al banquillo y el carisma que aporta su segundo, el ya exjugador Nacho Villodre, han devuelto antiguos valores a un club en claro proceso de regeneración. La coyuntura obliga a las entidades a renegociar salarios y, sobre todo, a buscar sus activos en la cantera. Y de eso sabe mucho el nuevo cuerpo técnico del primer equipo. Quizás ahí resida el secreto de la escalada del equipo hasta los puestos de play off.
Hombres de la casa que sienten los colores tras haber pasado varios lustros trabajando por y para la Peña Deportiva. La cercanía de Matías con los más jóvenes -viene de dirigir al equipo filial- y su mano izquierda con los pesos pesados del vestuario están dando resultados. 15 puntos de 18 posibles y un póker de triunfos en el Municipal de Santa Eulària han devuelto la serenidad al entorno y la confianza a un vestuario que vuelve a sonreír, que se ha despojado de sus inseguridades para afrontar con ambición el reto del ascenso.
El talismán madrileño no esconde sus cartas y ha expresado en varias ocasiones su metodología de trabajo. Un estilo fundamentado en tomar el control del juego y del balón; dar amplitud al campo y desbordar por ambas bandas para generar llegadas de peligro. También el sistema defensivo se ha visto reforzado con el equilibrio que aporta Borja Pando o la presión que ejercen los extremos a la salida de balón del equipo rival.
Los números en la era Matías Fernández -cinco victorias, una derrota, 13 goles a favor y cuatro en contra- ponen de manifiesto la notable mejoría en el juego del grupo de Santa Eulària, una escuadra que deberá refrendar el domingo ante el Espanya su candidatura al play off de ascenso en el último encuentro de 2011.
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