El entrenador José Luis Pérez Escrich, a quien el Gasifred ha decidido no renovar, no se ha mordido la lengua a la hora de hablar de su salida del club. El valenciano ha mostrado su notable malestar por la forma de actuar de la directiva ibicenca, que le comunicó que no contaría más con sus servicios dos horas antes de que tuviera que viajar a Valencia y apenas tres días después de que entregara la documentación necesaria para el traslado de su familia a la isla.

Escrich se mostró muy dolido: «Lo que más me duele es la forma. Se han portado muy mal. Estuve pidiendo una reunión mucho tiempo y sólo me daban largas. Sabían que tenía a mi familia detrás y que había entregado los papeles para que se trasladara mi mujer e hijos aquí, y todo para que dos horas antes de regresar a Valencia me citen en las oficinas y me digan que no sigo. Ni me han dado la oportunidad de despedirme. Han sido conscientes de todos mis pasos y ellos no han sido claros. Me han engañado».

La cama

El valenciano piensa que le han hecho la cama para acabar contratando a Carlos Sánchez: «Hay cosas muy raras. Juan Ruiz, cuando me comentó la situación de Carlos, no hablaba muy bien de él, y ahora mira lo que pasa. A mí me da igual que venga uno u otro, pero que viniera a Manacor no me pareció bien. En este colectivo -en referencia a los entrenadores- hay más buitres que buenas personas. El camino es muy largo y yo no soy así. Si tuviera la oportunidad que le dieron a Carlos de ir al partido del Manacor B, no la habría aceptado. Cada uno con su conciencia».

A Escrich no le pareció bien ni que el madrileño fuera a ver el partido que acabó decidiendo el ascenso ni la invitación que le hizo el club: «El tiempo va a dar o quitar razones. Puede que digan que habían llegado a un acuerdo para que el día del ascenso estuviera Carlos, pero digo yo que habría sido más normal que le hubiesen invitado a la semana siguiente, en la que hubo celebraciones, cena y fiesta. No es lógico que entre en un grupo del que ya no forma parte, tanto en las comidas como en el alojamiento, cuando te estás jugando la Liga. Podríamos haber perdido y no haber celebración. Si atas cabos, das por hecho que tuvo su sentido. Hablaron de su vuelta. No tuvieron ni la decencia de preguntarme si me parecía correcto meter a una persona de fuera del entorno en la concentración. Me enteré llegando al aeropuerto. Esa situación me molestó, pero me callé. No quise darle más importancia, pero ahora todo va pasando y te enfadas. Ellos van a negar todo tipo de conversaciones porque eso los deja a la altura del betún. El tiempo dirá».

El valenciano lamentó que el club «tenía las cosas claras hace tiempo y por lo menos merecía que me lo hubieran dicho. Yo habría acatado la situación y punto. Yo creo que me he portado bien. Si mi exigencia es excesiva es porque yo soy así y pienso que las cosas deben hacerse así». Precisamente ésta parece haber sido una de las principales razones del desencuentro: «Los jugadores se han dejado la piel. A unos les gustaba más la forma de trabajar y a otros, menos. Es mi método y lo usé para ascender, pero ahora parece que no era lo que importaba. A la directiva le faltó comunicación. Me pudo decir que fuera más despacio. Yo podría haber aceptado o cogido la puerta, pero que hablen. Yo he trabajado al cien por cien, y así lo haré donde vaya. Si no es ése el camino, lo respeto y no voy a evaluar si se equivocan o no, pero sí que no me merece respeto su forma de actuar. Si me echan por trabajar demasiado es cosa suya».

Escrich también despotricó del director deportivo, Mariano Ripoll: «Me giraba la cara desde hace tres semanas sin haber discutido. Cuando más clara estuvo la situación, dejó de mirarme, y cuando me hablaba lo hacía de medio lado».