Los jugadores de la SE Eivissa celebran un gol ante el lamento del portero local Molina. Fotos: KIKE TABERNER

Àrea 11ORIHUELA

La SE Eivissa logró su primera victoria lejos de Can Misses tras imponerse por 1-2 a un flojo Orihuela. En un choque donde no había nada en juego, el partido destacó por su falta de intensidad.

A pesar de la pasividad que imperó a lo largo de los noventa minutos, las ocasiones de gol se hicieron un hueco en el duelo, sobre todo en la segunda parte, en la que el portero local, Molina, evitó con sus buenas intervenciones que el Eivissa consiguiera antes los tres puntos. No obstante, el delantero del Orihuela Espadas estrelló el balón al larguero y al poste, por lo que pudo haber cambiado el signo del partido. El gol de Sosa en el último minuto, protestado por los locales por un posible fuera de juego, dio al final la victoria a los hombres de Alfredo Santaelena.

En los compases iniciales del primer tiempo, los poco más de 400 espectadores que se dieron cita en Los Arcos pudieron darse cuenta de que el partido al que asistían era un puro trámite. Los locales, con la permanencia en el bolsillo, y los rojillos, descendidos hace semanas, no se jugaban nada, y ello se hizo evidente porque ninguno de los dos equipos forzaba la máquina y se ejercía poca presión en las distintas jugadas que se iniciaban.

Cuando los bostezos en la grada empezaban a ser generales, un error garrafal, en el 13', de Iker Guereñu en tareas defensivas permitió que Iván García se hiciera con el esférico para acabar fusilando al portero, que posteriormente se convirtió en el jugador más destacado del partido.

El tanto, lejos de amilanar al cuadro alicantino, lo despertó. Sólo un minuto después del gol, Iban Espadas pudo poner las tablas en el marcador, pero su remate fue despajado por José Antonio en una buena intervención. El terreno que, poco a poco, había ido ganando el Orihuela se tradujo en gol cuando todavía no habían pasado ni cinco minutos de la diana de los pitiusos. Un forcejeo dentro del área sin aparente peligro se tradujo en una pena máxima muy polémica y protestada por los jugadores del Eivissa, que no entendían el porqué de la señalización del punto de penalti. El encargado de lanzar desde el punto de castigo fue Santi Villa, que puso las tablas en el luminoso.

A pesar del golpe, el Eivissa no se conformó con ese resultado y probó una y otra vez con disparos lejanos que a punto estuvieron de sorprender en alguna ocasión a la zaga local. En uno de ellos, en el minuto 28, Molina metió su mano para enviar la pelota a córner y evitar el 1-2. Pero tampoco el Orihuela se conformó con el empate e intentó llegar por las bandas, como ocurrió en los minutos 31 y 40 con sendos centros de Juanjo Martínez y Cirio, los cuales se pasearon por delante de la portería sin encontrar rematador alguno en el camino.

Tras el descanso, los dos equipos siguieron en la misma línea. Hubo alternancia en las jugadas de ataque, aunque con escaso fútbol, sobre todo por parte del Orihuela, ya que el Eivissa era el único que intentaba tocar y crear con su juego. Sin embargo, el primer susto de la segunda parte se lo llevó el equipo ibicenco cuando Iban Espadas cabeceó al larguero un centro de Futre en el minuto 58. Pero no menos importante fue la intervención de Molina, que despejó con sus manos un tiro a puerta de Raúl Rodríguez en un uno contra uno en el minuto 65. Dos minutos después, de nuevo Espadas estrelló el balón en el poste izquierdo de la portería de José Antonio en un lanzamiento de falta. También estuvo fenomenal en su despeje con los pies el guardameta visitante en un envenenado disparo de Marcos a los 69 minutos, pero la parada del partido la protagonizó de nuevo Molina en el 76' al despejar con el pie un mamo a mano con Juan Carlos Sanz, quien había recibido un centro de Sosa.

Precisamente este último fue el autor del gol de la victoria en el minuto 90; Molina volvió a erigirse protagonista al despejar con sus puños otro disparo a puerta de la SE Eivissa, pero el rechace le llegó a Juan Carlos Sanz, que se encargó de pasar el balón para que Sosa marcara a placer. Las protestas de los locales por un posible fuera de juego no sirvieron para nada y el árbitro dio el tanto por bueno, consiguiendo así el equipo rojillo su primera victoria a domicilio... y la última.