Carlos Gómez y Roberto Herrero juegan al póquer durante el viaje de vuelta; abajo, una imagen de la celebración del ascenso. Fotos: TOMÁS S. VENZALÁ

Nunca había valido tanto la pena sufrir. El Gasifred consiguió anteayer el ascenso a División de Plata en una jornada marcada por el sufrimiento, ése que le ha perseguido semana tras semana a lo largo de su escaso trayecto por Primera Nacional A.

A las 11'00 horas, como un reloj, los jugadores azulinos fueron apareciendo por el aeropuerto, con la sonrisa ya en el rostro, fruto tanto del buen ambiente reinante en un vestuario humilde como de la ilusión que les producía pensar en el salto de categoría. Lo que no se imaginaban era la tortura que les esperaba en el camino.

Las turbulencias y Bergkamp

Durante el viaje en avión, que parecía más un vuelo privado que público debido a que estaban prácticamente solos en el interior, las turbulencias provocaron el miedo en más de uno, sobre todo en Sebas. Mientras se santiguaba infinitas veces, Fran Heredia, a su lado, le recordaba la vida de Dennis Bergkamp. «Yo voy a hacer como él. Firmo sólo si juego en casa», apuntó a continuación el pívot, cuyo temor creció cuando le solicitó a la azafata que el comandante pilotara con más cuidado y ésta le contestó: «Es que ha bebido un poco». Las risas se dibujaron en el rostro de más de uno... menos en el de Sebas, blanco como Andrés Iniesta.

Finalmente, el aterrizaje fue perfecto y el Gasifred se encaminó hacia el autocar, donde le esperaba una nueva sorpresa. El motor no funcionaba y el vehículo no arrancaba. 'Mecánicas' Roberto Herrero trataba de ayudar al chófer mientras Carlos Gómez y Ernesto recordaban que ya había sido capaz de arreglar un coche en otra ocasión. Entretanto, Carlos Sánchez, el técnico del conjunto ibicenco durante la primera vuelta, apareció entre líneas, como se diría en el argot futsalero, y se unió al grupo. Era uno más. El madrileño, invitado por el club, no quiso perderse un día de gloria para el que había aportado mucho más que un grano de arena.

El Gasifred acabó cambiando de autocar, rumbo al hotel situado en Can Pastilla. Apenas había cinco minutos desde el aeropuerto hasta el alojamiento, pero Carlos Gómez y Clayton no dudaron en aprovechar esos segundos para jugarse los cuartos al póquer, algo que hicieron constantemente -y con más jugadores, como Roberto- en cada rato libre. Genios y figuras.

¿Pabe llón equivocado?

Tras el almuerzo, llegó la hora de acudir al pabellón. A las 17'00 horas estaba allí el Gasifred, que se topó con un recinto cerrado y un solo jugador del Manacor B alrededor. «A ver si nos han mandado donde no es y ése es el cebo para que piquemos», bromeaba un jugador azulino. Finalmente, el acceso a la pista fue posible y el Gasifred se puso el mono de trabajo. El 4-5 al descanso no era precisamente una terapia contra el inacabable sufrimiento del cuadro ibicenco. Y más que sufrió al conocer en el asueto que el Corbera había sido el primer equipo capaz de ganar en Inca (0-4), cuando un empate era suficiente para que el título cayera en la saca pitiusa.

Pero este Gasifred no le tiene miedo nada y, con su casta e inigualable fe, se impuso por 5-8. «Campeones, , , », empezaron a gritar los azulinos ante los corteses aplausos de los pocos espectadores que acudieron al retirado pabellón del IES Portocristo. Comenzaron los festejos, las risas. las bromas... Y nadie -o casi nadie, porque Vicent Tur supo aguantar el tipo- se iba a escapar de ellas. Sirva como ejemplo el caso de Ernesto, al que Clayton dejó en paños menores en medio de la pista en un momento de distracción.

El Real Madrid-Barcelona

El juego no había terminado. Y es que el equipo ibicenco no sabe jugar sólo en la pista, sino también fuera de ella. La comunión existente entre los miembros de la plantilla es tan grande que sólo la felicidad tiene cabida en este grupo. Pero no para todos iba a ser completa. Un invitado sorpresa, el Real Madrid-Barcelona, iba a dividir la plantilla en dos. Miguelito, Julio, Nino, Clayton, Dani Galiana y Mariano Ripoll, entre otros, tiraban para los azulgrana; prácticamente el resto, para los blancos. Los madridistas fueron los primeros en reír conforme entraron a los vestuarios, pero no hizo falta salir del recinto para que la sonrisa cambiara de acera tras los goles de Henry y Puyol. Ya en el autocar, Sebas depuró la información: «Van 1-3. Gol de Messi». Miguelito se volvió loco. La expedición decidió parar en un bar junto al Manacor B para presenciar la segunda mitad. Sólo faltaba en la mesa Escrich, que había intentado en balde regresar a Valencia para estar con su familia, pero no tardó en llegar, pues había perdido el avión.

El tanto de Sergio Ramos hizo que los partidarios del Real Madrid se rieran de Julio, admirador de Víctor Valdés. Éste se tomó la revancha tras la pésima salida de Casillas en el 2-4. «Miau», repetía a los que antes buralaban de él y ahora callaban en la sombra.

Coria, a lo Pepe Reina

Con el 2-6 final llegó la hora de ir al hotel y cenar en los alrededores. Más de media hora de camino aguardaba por delante, más de 30 minutos de cánticos e ilusión. «El próximo viernes, me duermo pa entrenar» o «el año que viene, Gasifred-Manacor» fueron algunas de las perlas. Pero lo mejor, sin duda, fue la actuación de Luis Coria. 'La batuta' cantó la plantilla al completo, con dorsales y nombre, y procedió a una cómica descripción de cada uno de sus miembros al más puro Pepe Reina tras la conquista de la Eurocopa. Para el recuerdo quedarán las siguientes: «Con el 9, Nino. 200 ascensos con sólo 25 años. Con el 10, Mario Moreno 'Cantinflas' -en referencia a Clayton-. Con el 11... ¿Quién es el 11? Fran mismo, el gitanito guapo. Con el 12, Víctor Valdés -en referencia a Julio-, 'tragabolas' para los amigos. Con el 14, el 31 -número de goles que lleva Ernesto-, el hombre que se pregunta '¿cómo podéis jugar conmigo con lo malos que sois?'». Sencillamente, impresionante.

La noche se alargó con una visita a la feria de Palma, donde tampoco se puso freno a la fiesta. Es más, en alguna que otra caseta felicitaron al Gasifred por megafonía al tiempo que el «campeones, campeones, , , » se apoderaba de él y de quienes lo rodeaban.

El regreso

El despertar no fue fácil. A las 10'45 horas los jugadores estaban citados en el hall del hotel. El cansancio se había apoderado de los azulinos, pero la fiesta no había terminado. Poco a poco, los cánticos volvieron a aparecer tanto en el avión, que esta vez no experimentó turbulencias, como en el aeropuerto de Eivissa.

Antes de atravesar las puertas de salida, donde aguardaban algunos familiares, el Gasifred hizo piña y dio rienda suelta a otro de sus gritos de guerra: «Respirar, a pleno pulmón, la brisa marina que sube y que baja de fondo del mar...». Respiraban y respiraban los azulinos, diciendo adiós a ese sufrimiento que acabó desembocando en un maravilloso ascenso. Y es que más que Gasifred debería llamarse 'Gasufrir'. Respiraban los azulinos, que volvieron a entonar el «campeones, campeones, , , » antes de que la piña se dispersase, pero sólo por una semana. Después, se reunirán de nuevo para celebrar, en la última jornada y ante su afición, el anhelado retorno a División de Plata. El año que viene, Gasifred-Manacor.