Rubén J. Palomo

No ha podido ser. El humilde proyecto del pueblo de Santa Eulària para contar con un equipo competitivo en Segunda División B sólo ha aguantado una temporada. Cabía esperar, aunque la gente siempre se agarra a un clavo ardiendo para creer, para tener fe y luchar.

La planificación de la plantilla fue muy apresurada y se forjó en un movidito mes de julio cargado de reuniones, de gestiones y favores. La gran familia que compone la Peña Deportiva echó el resto porque su querido club saliera adelante. Miguel Torres, en un gesto que le honra, abandonó el barco para que otro lo pudiera capitanear en la nueva categoría. Finalmente, una nutrida junta gestora formada por más de 20 miembros y encabezada por Juan Marí, Juanito, dijo a Segunda B.

Proyecto precoz

Javier Sisamón y Toni Torres fueron los encargados de construir un equipo en apenas 15 días y de encontrar el técnico idóneo para la arriesgada aventura. Luis Elcacho fue el elegido. Junto a él llegaron jóvenes futbolistas como Heredia, Borja o Fonsi y veteranos como Gallo, Casañ o Nacho Jara.

En tiempo récord se confeccionó una plantilla cogida con alfileres. En la pretemporada ya se disipaba el gris futuro que tenía el equipo en la división de bronce del fútbol español. Pero todos confiaban en el carácter de Elcacho, en la motivación de los futbolistas y en el propio Municipal de Santa Eulària, estadio en el que se debía forjar la salvación.

El arranque liguero no fue ni mucho menos malo. El equipo comenzó derrotando al potente Barça Atlètic y al Eivissa en el esperado derbi ibicenco en Segunda B -también ganaría el duelo de la segunda vuelta.

Primeros 'lunares'

Con el paso de las jornadas comenzaron a salir pequeños lunares en el primer equipo. El entrenador catalán no contaba con varios futbolistas y el ambiente en el vestuario no era el más idóneo. El equipo en diciembre ocupaba el puesto de promoción a Tercera y los rumores empezaban a tomar forma en torno a la figura del entrenador. Antes de llegar a las Navidades el lateral pitiuso Emilio Cruz fue descendido al segundo equipo. Rivas, Roger Segalés y Nacho Jara no corrieron mejor fortuna y acabaron abandonando la isla. Y el primer gran obstáculo llegó con el veterano Alberto Salazar, un ídolo para la afición local que tuvo que dejar el club por sus diferencias con Elcacho. Otro jugador emblemático, Raúl Gómez, también recibió la baja en el mercado invernal, en esta ocasión con la justificación de su maltrecho hombro. Con el nuevo año no mejoraron las cosas en lo deportivo. El equipo cayó a puestos de descenso con tres derrotas consecutivas.

Giro de timón

A comienzos de febrero la entidad decidió dar un giro al timón. Un cambio de rumbo que devolviera la ilusión a un vestuario tocado anímicamente y en contra del preparador ilerdense. La Peña fichó a Cristóbal Parralo después de contratar, a base de talonario, a seis futbolistas que debían subir el nivel del equipo. Lo cierto es que las primeras semanas fueron un camino de rosas para el cordobés. Siete puntos de nueve posibles fueron el primer bagaje del recién llegado técnico. A pesar de esa dinámica ascendente el equipo no lograba abandonar el furgón de cola, aunque sólo estaba a un punto de tomar oxígeno fuera del infierno.

Sin embargo, la dureza del campeonato pasó factura y los refuerzos no habían provocado ningún cambio en la clasificación. De hecho, los jugadores que sustentaban al equipo eran dos hombres de la casa como Tino y Adrián Ramos. Luego llegaron los choques vitales ante rivales directos. Sólo el Benidorm sucumbió en el Municipal. Y ayer se esfumaron las esperanzas. El nuevo proyecto ya ha empezado. Lo único que se sabe, de momento, es que Cristóbal no conducirá ese barco.