R. J. Palomo

La deportividad y el respeto de las personas se mide, sobre todo, en los momentos de crisis. La dolorosa derrota de ayer volvió a sacar lo peor del presidente del Eivissa, Pedro Ortega, y por primera vez, de uno de los jugadores con más veteranía del equipo, el interior zurdo Juan Carlos Sanz.

Al finalizar el encuentro, el máximo mandatario rojillo eludió hablar con los medios de comunicación por enésima vez en la temporada. Ortega, tras departir con el presidente del Consell d'Eivissa, Xico Tarrés, en el bar del estadio, se dirigió a los vestuarios para hablar con los jugadores. Cuando cruzaba el terreno de juego, un aficionado le increpó por la mala situación del equipo. El presidente buscó al seguidor elevando el tono de voz y con actitud desafiante, según relataron varias personas que presenciaron el suceso. Algunas de ellas replicaron al dirigente que ésa no era forma de representar a un club como el Eivissa, y Ortega continuó increpando a los aficionados de manera vehemente, encarándose con alguno de ellos, según estos testimonios.

Tampoco tuvo justificación la actitud de Juan Carlos. Una persona ajena al club alertó a los periodistas en la sala de prensa de que, desde fuera del estadio, se escuchaban los gritos de Ortega a sus jugadores en el vestuario. Movidos por la curiosidad, algunos se acercaron, entre ellos el de este periódico, a la zona exterior para corroborar la explicación de ese aficionado, aunque de manera fallida.

Al regresar a la sala de prensa, Juan Carlos Sanz, con un evidente estado de alteración, comenzó a increpar y a gritar a los periodistas por intentar escuchar esa supuesta 'bronca' del presidente a los jugadores. El catalán emplazó a los periodistas a mantenerse en la sala de prensa, donde, a continuación, daría las explicaciones pertinentes y «daría la cara», como él mismo expresó. Juan Carlos no compareció ante los medios ni se excusó por tal comportamiento.