Adrián Ramos se lamenta tras fallar una ocasión de gol. Foto: GERMÁN G. LAMA

Rubén J. Palomo

La UE Lleida acabó ayer con gran parte de las esperanzas de la Peña Deportiva por conseguir la permanencia. El equipo de Cristóbal Parralo llegaba a la cita con la fe ciega de conseguir los tres puntos, redondear con seis una semana atípica jugando como local y rozar con la yema de los dedos la salvación. Pero todos esos sueños ahora mismo están rotos.

El conjunto de Santa Eulària apenas ofreció argumentos para llevarse el premio, aunque tampoco el bloque ilerdense. Pero en estas categorías ya se sabe. Una acción aislada decide los encuentros y, normalmente, los equipos teóricamente grandes como el Lleida tienen la suerte de cara. Un penalti muy riguroso de Neftalí sobre Mikel Àlvaro en el minuto 83 sentenció a la Peña, que ve como la brecha con los equipos que marcan la salvación vuelve a abrirse de manera casi definitiva.

El técnico del bloque de Santa Eulària repitió el planteamiento del pasado miércoles, con la única novedad de Guirado por Borja en el costado derecho. Mismos mimbres, distinto resultado. En frente había una escuadra sólida que dispone del segundo mejor sistema defensivo de la liga, gracias al cual sólo ha encajado 27 dianas. Y para más inri, Moya y Jerson, los centrales titulares, no jugaron ayer.

Hasta el minuto 14 de encuentro no ocurrió absolutamente nada. El Lleida tardó algo más en acoplarse al terreno de juego, pero una vez asentado no dio ninguna facilidad a los jugadores de la Peña.

Heredia fue el primero en probarlo, como casi siempre. El gaditano se marchó con velocidad por la izquierda y cedió a Tino dentro del área, pero el valenciano, casi sin ángulo, no pudo sacar un buen centro. Entre el sopor y los bostezos fueron transcurriendo los minutos. Era un partido tosco, feo, con escasas combinaciones y en el que los guardametas eras dos espectadores más de los cientos que se dieron cita en un abarrotado Municipal.

Neftalí puso a prueba los guantes de Eduardo con una falta lejana que el meta del Lleida no supo blocar en el aire. Pero su error no tuvo consecuencias (min. 19). A partir de esa acción el Lleida adelantó sus líneas y la Peña desapareció. Los catalanes encerraron en su campo a los ibicencos, que no volvieron a pisar el área rival con peligro hasta la segunda mitad. Pero el dominio visitante tampoco se plasmaba en ocasiones de gol.

En el 28, sorprendentemente, Carril recogió un balón en el vértice derecho del área y de media vuelta enganchó un disparo flojo y sin peligro. Diez minutos después, Giménez recortó a varios jugadores por banda derecha y soltó un zurdazo que salió alto. El Lleida ya había impuesto su dominio físico en la medular y la Peña sólo esperaba llegar al descanso para enfocar de otro modo el trascendental encuentro. Pero antes hubo dos nuevas aproximaciones locales. En la primera Guirado ganó la espalda a su marcador, pero el centro lo desvió a córner el central Galán (41'). En la última, Eduardo volvió a pifiar en una salida, pero Derek no acertó a remachar el balón.

Cristóbal no esperó ni un minuto y sacó al campo a Adrián Ramos y David Gallo en lugar de Carril y Guirado. La apuesta era claramente ofensiva, pero el conjunto catalán volvió más fuerte y apretando la salida de balón a la zaga local. En el 52' Heredia cogió de nuevo la moto por su banda dejando atrás a dos rivales, pero su centro chut salió ligeramente desviado. El juego se volvió a ralentizar hasta que diez minutos después llegó una de las ocasiones más claras para la Peña. Ondina botó un córner y tras varios rechaces el cuero le llegó a Gallo a escasos metros de la portería, pero su remate lo despejó un defensor.

A falta de media hora para el final comenzó a entrar en escena Mikel Àlvaro por el carril izquierdo. El futbolista del Lleida provocó una gran ocasión con un centro medido a la cabeza de Ermengol, que sin oposición cabeceó muy ajustado pero fuera de los tres palos (66').

El partido parecía abocado al 0-0, resultado insuficiente para los intereses peñistas, pero justo a tenor de lo apreciado en el encuentro. Gallo y Adrián no recibían balones en condiciones óptimas porque el Lleida tenía atenazado el centro del campo local.

En el 83 llegó la jugada clave del partido. Un balón a la espalda de la defensa lo aprovechó Mikel Àlvaro para plantarse sólo ante Pociello. Por detrás llegó Neftalí, que derribó al futbolista ilerdense. Penalti y expulsión. El propio Àlvaro puso el 0-1 definitivo, alejando un poco más a la Peña de Segunda División B.