El fútbol base volvió a vivir una situación impropia al ser agredido el árbitro Mateo Sevilla al término del partido de cadetes entre el Sant Carles y el Eivissa, celebrado el pasado sábado, por parte del entrenador visitante. El colegiado sufrió daños faciales y tuvo que trasladarse a la clínica de Vilás para obtener el pertinente parte médico previo a la denuncia.

La agresión se produjo cuando el árbitro entregó la copia del acta del partido a ambos entrenadores. El preparador visitante, sin mediar palabra, propinó entonces un golpe en el rostro del trencilla, que apenas supera la veintena de años, sufriendo, al parecer, daños en el pómulo y la boca.

Al entrenador del Eivissa no le pareció correcto el arbitraje, que, si bien no fue excelente, tampoco fue paupérrimo -fue el clásico encuentro en el que lo que te dan, te lo quitan- y lo pagó de esta manera con el árbitro del encuentro. No hay que olvidar la inexperiencia del árbitro, que prácticamente acaba de empezar su carrera. Lo que está claro es que la reacción del técnico fue totalmente desmesurada y estuvo fuera de lugar, dando, además, un mal ejemplo a los niños. No hay que olvidar que, en las categorías base, suele primar la formación sobre la competición.

Mateo Sevilla no estuvo solo en Vilás. Cuando la noticia corrió la voz, algún que otro miembro federativo y de la delegación insular arbitral acompañaron al damnificado.

Por otro lado, la agresión impidió, como es lógico, que el trencilla pudiera arbitrar a continuación el partido entre el Sant Carles y el Sant Jordi, que fue aplazado a ayer a las 17,00 horas.