Ángel Sánchez pasa por delante de los jugadores del Badalona que celebran el gol que les adelantaba en el marcador. Foto: GERMÁN G. LAMA

Tomás S. Venzalá

«¡Navidad, Navidad, dulce Navidad!». Así comienza una de las canciones populares propias de estas fechas tan señaladas que están a punto de llegar. Pero, tal y como está el panorama, de dulce tendrá bien poco para la SE Eivissa. Si el equipo continúa haciendo regalos de Reyes Magos por anticipado como el que Manu dejó ver ayer, este barco se hundirá antes de lo esperado. El cancerbero del conjunto ibicenco perdió el balón al tratar de regatear a Luis Blanco, que marcó a placer, y eso no le costó la derrota al cuadro rojillo por muy poco, puesto que Pisano empató en el descuento, pero sí supuso el descenso al farolillo rojo de la tabla.

El primer tiempo fue, como se dice vulgarmente, infumable. Tanto la SE Eivissa como el Badalona se mostraron un excesivo respeto. Incluso podría decirse que se tenían miedo, de ahí que se dedicaran más a guardar las posiciones defensivas que a dar rienda suelta a la imaginación en ataque.

Quique Yagüe, que tampoco pudo sentarse en el banquillo esta jornada, apostó por el 4-2-3-1 que había dejado entrever a lo largo de la semana. La gran sorpresa fue el banquillazo de Javi Moreno en favor de Giuseppe Pisano. La buena actuación del italoalemán en la segunda mitad del choque contra el Lleida le brindó un sitio en el once inicial en la tarde de ayer.

Sin embargo, le pasó lo mismo que al ex cordobesista: estuvo desasistido en punta. No le llegó absolutamente ningún balón. Pero ni a él ni a nadie, porque las ocasiones de gol brillaron por su ausencia... hasta que Manu metió la pata. El guardameta, en el minuto 35, no controló bien una cesión de Rial y, en su intento por driblar a Luis Blanco, perdió el esférico, y el delantero del Badalona marcó sin oposición. Jarro de agua fría en Can Misses.

Los pitiusos se vinieron abajo y los catalanes aprovecharon esta situación para crear sus primeras ocasiones de gol, con Molist como protagonista. El delantero visitante lo intentó en los minutos 37 y 38; primero, Manu despejó con los pies su disparo raso y, después, Rial mandó a córner un lanzamiento desde la frontal, manteniéndose así el 0-1 hasta el descanso.

Tras la reanudación, Yagüe movió ficha para buscar la reacción. Raúl Garrido entró en sustitución de Jonan y precisamente él fue el encargado de realizar el primer disparo de los locales en el minuto 52, el cual se marchó arriba. La réplica la dio nuevamente Molist en una internada por la izquierda que finalizó con un disparo al muñeco.

El partido no había cambiado en nada y el técnico rojillo decidió sacrificar un centrocampista, Sanz, para meter a un delantero, Julien. Pero ni por ésas logró la SE Eivissa hacerse con el control del partido. Es más, Robles, en una falta ejecutada desde la banda izquierda, rozó el 0-2 en un remate de cabeza que salió lamiendo el travesaño.

Hubo que esperar al minuto 67 para ver en acción al guardameta Rubén, que despejó de puños el primer disparo entre los tres palos de los rojillos, obra de José García; en la continuación de la jugada, Raúl Rodríguez capturó el esférico y se lo cedió a Julien, que tiró al palo.

La suerte esquivó casi siempre al cuadro pitiuso y de nuevo la madera se interpuso en el camino del gol cuando Raúl Rodríguez, en el 78', centró y el balón se envenenó hasta acabar estrellándose en el travesaño. Y no fue ésta la última vez que los palos evitaron el empate de la SE Eivissa, porque Javi Moreno, que había saltado al terreno de juego en el minuto 72, controló el balón como sólo un superclase sabe hacer y picó la pelota cruzada con la mala fortuna de que acabó topándose en el poste derecho de Rubén.

El milagro

Cuando el partido tocaba a su fin, la SE Eivissa encontró lo que se le había resistido en el tramo final: el gol. Una falta botada por Raúl Garrido la cabeceó Pisano al fondo de la red en el único remate que hizo en todo el encuentro. Cien por cien de efectividad para el italoalemán y un punto para una SE Eivissa que, con todo, no evita sentarse en el último vagón de un tren que, de seguir con esta trayectoria, podría conducirle a Tercera División.