El jugador del Eivissa Julien se sube una media tras una jugada de peligro.

En una mañana fría y nublada, la SE Eivissa se quedó sin un rayo de sol que alumbrara su precaria situación en el grupo III de Segunda B. El equipo rojillo se mereció la victoria ante el Dénia que dirige Carlos Simón, ex preparador de los ibicencos, pero la suerte le fue esquiva... una vez más. Porque los pequeños detalles, esos que marcan el porvenir de unos y otros, están crucificando en demasía al cuadro de Rubi, que bien podría llevar un puñado de puntos más en su casillero. Sin embargo, la mala fortuna, ésa en la que se engloban goles legales anulados, penaltis no señalados a favor y sí en contra, así como lanzamientos al palo, se niega a que el conjunto ibicenco se encuentre arriba en la tabla clasificatoria.

Ayer, la SE Eivissa no desplegó precisamente su mejor juego ni deleitó a los aficionados con jugadas de cine como había hecho ante el Benidorm en la segunda jornada. El problema es que también careció de la pegada que demostró ante el Atlètic Balears en su anterior compromiso como local. Al cuadro pitiuso se le nublaron las ideas en la finalización y se quedó sin marcar en casa por primera vez en lo que va de curso. Buena culpa de ello también la tuvo Iván Vidal, que intervino con éxito en varias oportunidades de gol, especialmente en un testarazo de Julien al filo del pitido final. Pero los rojillos no fueron los únicos a los que se les nublaron las ideas, puesto que el trío arbitral no tuvo su día. Anuló un gol al ariete francés y no señaló un penalti sobre el galo, quien afirmó haber sido derribado dentro del área al término del encuentro.

Quizá si a la SE Eivissa le hubiese acompañado sólo un poquito la suerte, ayer se habría llevado de forma justa los tres puntos y las sensaciones serían otras, puesto que en defensa brilló como nunca a pesar de la ausencia de Kirian. El preparador rojillo está haciendo hincapié en este aspecto y ayer consiguió que los suyos cumplieran con uno de los objetivos propuestos antes del choque, que no era otro que mantener la puerta a cero. Rial no desentonó lo más mínimo en el eje de la zaga, junto a Joan Castillo, y Biel Guasp, que sustituyó a Pitu en el segundo acto, hizo un muy buen debut. La ayuda de Germán, un todoterreno en la medular, colaboró también a que Manu no pasara absolutamente ningún apuro a lo largo de los 90 minutos.

Sanz, muy activo

En ataque, la SE Eivissa volcó su juego sobre Juan Carlos Sanz, quien se entendió bien con Javi Moreno por la banda izquierda. El ex del Albacete fue el mejor de los rojillos y protagonizó la mejor ocasión del primer tiempo en una jugada personal que acabó con un disparo a la cepa del poste en el minuto 14. Antes, Julien, en plancha, también había acariciado el 1-0. Eso sí, la réplica no se hizo esperar; Mesa, desde 30 metros, estuvo a punto de sorprender a un adelantado Manu, pero su zambombazo se marchó fuera. Julien puso de nuevo a prueba a un acertado Iván Vidal en el minuto 20 con un disparo desde la frontal del área tras combinar con Javi Moreno. El galo no tuvo el oportunismo de otras tardes y, en el 39', tras recibir un balón picado dentro el área, voleó fuera. El Dénia no vio puerta en todo el primer acto y se dedicó simplemente a defender. Su telaraña estuvo a punto de diluirse en una falta botada por Juan Carlos Sanz, muy activo en la mañana de ayer, que Rial peinó fuera por poco ya en el tiempo añadido.

Tras la reanudación, el decorado no cambió en absoluto. El Eivissa, sin hacer nada del otro mundo, siguió buscando el gol, no como un cuadro valenciano que se dedicó a defender y realizar un fútbol directo en busca de un desaparecido Mesa. De hecho, sólo cuando el bueno de Sérvulo tenía la pelota se podía prever alguna jugada de calidad -y ni por ésas.

Las intenciones de los pupilos de Rubi quedaron claras en el 54' cuando José García asistió a Julien para que éste marcara a placer. Sin embargo, el linier señaló fuera de juego, una decisión muy protestada. El míster de Can Misses decidió dar más frescura a la banda por la que más daño hacían los suyos y decidió quitar a Juan Carlos Sanz para dar entrada a Raúl Rodríguez. El ex del Ontinyent mostró su capacidad de desequilibrio y generó varias jugadas de peligro por su costado. Como revulsivo, desde luego, resultó ideal.

Rubi quemó todas sus naves y apostó por hacer debutar al italoalemán Giuseppe Pisano a falta de once minutos para la conclusión. Sesenta segundos más tarde, Julien protagonizó la ocasión más clara del choque junto a la de Juan Carlos en la primera mitad; el galo, como sólo él sabe, cabeceó un centro de Jonan García y el balón lo sacó el portero con una soberbia palomita cuando se encaminaba al fondo de las mallas.

Final de infarto

Los últimos minutos pasaron con tensión y emoción. Los visitantes trataban de perder tiempo incluso simulando lesiones de consideración -Garrido tuvo que ser sacado a hombros por sus compañeros aquejado de su rodilla, pero 30 segundos después corría de nuevo por el césped- mientras el Eivissa apuraba sus últimas opciones de victoria. Un penalti sobre Julien sancionado como falta al borde del área -Joan Castillo la estrelló en la barrera- y un encontronazo entre un defensor y De Pablos que a punto estuvo de acabar en penalti -muchos lo pidieron, pero él ni protestó- fueron los últimos coletazos de un partido en el que el equipo de Rubi exhibió una notable mejoría defensiva, pero al que le faltó la suerte del campeón.