Javi Moreno en el momento de lograr el segundo tanto de la SE Eivissa. Foto: MARCO TORRES

Hay partidos en los que lo único que importa es el resultado. El de ayer, para la SE Eivissa, era uno de ellos. Daba igual que jugara bien, que no fue así, o mal -tampoco se puede decir eso-. La victoria era lo único que importaba, porque no era normal que un equipo como el rojillo, con varios jugadores de primera fila, estuviera en la zona de descenso con cuatro puntos de 15 posibles. Por suerte, Rubi cuenta con dos delanteros de garantías como Javi Moreno, un killer incombustible, y el joven Julien, que se quiere comer el mundo. La doble J salió al rescate de los ibicencos en el momento ideal, que es cuando ya no queda prácticamente tiempo para la reacción, y, con dos tantos en los últimos siete minutos, se encargó de dejar los tres puntos en Can Misses para desesperación de un Atlètic Balears que había hecho méritos para más y al que la polémica expulsión de Óscar le acabó pasando factura.

Espejismo

La ocasión de Àngel Sánchez desde la frontal del área a los seis minutos no fue más que un espejismo, pues poco duró la superioridad rojilla sobre el terreno de juego. El Atlètic Balears se puso acto seguido el mono de trabajo y supo sacar provecho del vacío local en el centro del campo. Y es que jugar con muchos centrocampistas no siempre garantiza tener el balón bajo control. El conjunto rojillo estaba dividido claramente en dos: los que defienden -de Germán hacia atrás- y los que atacan -el resto.

Esteban dio la réplica dos minutos más tarde en un remate de cabeza a la salida de un córner; el balón no salió con mucha fuerza, pero sí muy ajustado, lo que puso en serios apuros a un Manu que reaccionó a tiempo. Sesenta segundos más tarde, el cuadro mallorquín puso de nuevo a los aficionados de Can Misses con el corazón en un puño; Manolo Bueno, una constante amenaza, le ganó la partida a Joan Castillo por velocidad, cazó el balón antes de que Manu completara su salida y, en posición escorada, lanzó a portería, donde la defensa ibicenca evitó el 0-1.

Los pupilos de Rubi reaccionaron tímidamente con Àngel como protagonista. El Mago, que ayer volvió a dejarse el sombrero en casa, metió miedo primero con un centro que se paseó por el área pequeña y, después, con un disparo conforme le vino el balón que se marchó a las manos de Emilio.

Al travesaño

Pero la ocasión más clara del primer tiempo aún estaba por llegar. En el 27', un saque de esquina del Balears acabó con el balón en el larguero tras un testarazo de Blázquez. El jugador se echó las manos a la cabeza, sabedor de que había dejado escapar una magnífica oportunidad. A continuación, el encuentro decayó por completo en intensidad y ninguno de los dos contendientes se aproximó con peligro a la meta rival. De hecho, toda la atención se centró en la ya clásica minibatalla entre el banquillo visitante y el hombre del bombo, en la que tuvieron que mediar las fuerzas policiales.

La segunda mitad empezó muy animada, fruto, posiblemente, de la falta de concentración de ambos equipos a nivel defensivo. Juan Carlos, en el 47', tiró al muñeco y Manolo Bueno, en el 48', desperdició un regalito de Kirian; el ariete del Balears se quedó solo frente a Manu, al que intentó batir con una vaselina tan mansa que Joan Castillo tuvo tiempo de ir a su casa y volver para despejar el balón antes de que besara las mallas.

Solución: Julien

Rubi buscó soluciones en el banquillo y dio entrada a Julien por un desconocido Àngel Sánchez en el minuto 55. Con la doble J sobre el campo, al Eivissa se le vio más incisivo. El mero hecho de tener dos killers sobre el campo dio otro aire al partido. De hecho, sólo tuvieron que pasar seis minutos para que el valenciano, que se inventó una gran asistencia en el área, y el galo, que remató alto a cinco metros de la portería, mostraran su compatibilidad en el campo.

El factor clave en el desenlace del choque se produjo en el 66', cuando Óscar vio la segunda tarjeta amarilla por una falta sobre Juan Carlos Sanz en la parcela defensiva del Eivissa. El trencilla se mostró demasiado riguroso en esta acción, que obligó a Toni Cazorla a redibujar su esquema. Primero, colocó a Charles como lateral y, después, dio entrada a Rubio por Cladera. El equipo mallorquín pasó a jugar con un 4-1-3-1, con Blázquez como único punta.

El tiempo pasaba y al Balears, en inferioridad numérica, le venía de perlas llevarse un punto de Can Misses, pero, al final, se quedó con la miel en los labios. Julien, con un disparo desde el punto de penalti que desvió la defensa a córner, avisó en el 83' de lo que se avecinaba en el saque de esquina; el centro de Juan Carlos Sanz encontró al galo en el primer palo, que remató a la mismísima escuadra. El equipo lo celebró a lo grande, como si hubiera conquistado un título. Y es que este triunfo puede suponer un punto de inflexión en una plantilla a la que una derrota habría afectado muchísimo en el aspecto anímico.

Toni Cazorla mandó a filas al delantero Lucas con el fin de colgar balones en busca del empate, pero no sólo no se produjo, sino que la diferencia acabó siendo mayor. Una falta en el centro del campo en el tiempo añadido la botó el Eivissa en largo al ver que la defensa rival la formaban sólo tres hombres. De Pablos recogió el esférico y asistió a Javi Moreno para que recortara a su marcador y cruzara el esférico ante Emilio. La doble J salvó así los muebles de un conjunto rojillo que sale de la zona de descenso, en la que hunde más al Balears, y toma aire antes de su complicada visita al campo del Villarreal B. Ésa será otra historia.