Pisano realiza carrera continua bajo la supervisión del preparador. Foto: AINA DE GISPERT

Rubén J. Palomo

El jugador transalpino Giuseppe Pisano, último fichaje de la SE Eivissa, llegó ayer a la isla y realizó su primer entrenamiento en Can Misses.

Se esperaba la llegada del delantero alemán desde el pasado lunes, cuando estaba prevista también su presentación oficial ante los medios de comunicación. Los problemas con los enlaces aéreos han retrasado tanto su llegada, que incluso en la mañana de ayer desde las oficinas del club se dudaba de cúando se incorporaría Giussepe a la disciplina del club.

Joan Francesc Ferrer, Rubi, sin embargo, lo tenía bastante claro y contaba con el ariete para realizar los primeros ejercicios físicos. «Yo he quedado a las 19,00 horas con él para hacer un entrenamiento», aclaró el técnico catalán. Pasada esa hora, el delantero procedente del filial del Schalke 04 hacía su entrada en el estadio municipal de Can Misses. Tras conocer las instalaciones, Pisano saltó al terreno de juego y pasó por una serie de pruebas físicas que fueron controladas exhaustivamente por los miembros del cuerpo técnico.

Nacido en Düsseldorf, Alemania, el 26 de abril de 1988, Giuseppe combina una gran potencia física gracias a su altura, 1'88 metros, con un gran remate a gol que le han valido la contratación por el bloque rojillo, y será una gran alternativa a sus nuevos compañeros en la zona de ataque: Javi Moreno, Julien y Carlos López.

El míster del Eivissa se mostró cauteloso con el futuro a corto plazo del joven futbolista italo - alemán. «Lleva tres meses sin entrenar y habrá que tener paciencia». Lo cierto es que la faceta goleadora del equipo no ha sido la más deseada desde que arrancase la pretemporada allá por el mes de julio, salvo en el partido ante el Inter B donde la escuadra ibicenca ofreció un gran espectáculo (4-0). Con Javi Moreno recuperando su estado de forma, un Julien Hornuss en horas bajas y un Carlos López relegado al filial de Tercera, se antoja más que providencial la llegada de Giuseppe Pisano, el 'tanque' que necesitaba Rubi.