Xisco Cruz/C. Vidal

Apenas agarra el teléfono, pero estos días su factura se ha disparado. Su móvil no cesa de sonar y eso advierte algo importante. Y es que el anuncio de José Luis Oliete Terraz (Zaragoza, 1965) de que abandona los banquillos ha conmocionado al planeta baloncesto. «Me llaman desde todos los clubes, es impresionante. No esperaba que el anuncio de mi marcha levantara tanto revuelo, pero la verdad es que me han llamado de Menorca, Sevilla, Zaragoza e incluso de León, donde estuve hace casi diez años. Me llena de orgullo que con el paso del tiempo se te juzgue no sólo por ganar o perder un partido, sino por la dedicación y la honestidad que has demostrado en tu trabajo», afirma encantado.

El técnico aragonés, una de las porciones más importantes de la historia del deporte de la canasta en Menorca y ahora en Eivissa, cuelga la pizarra. Y lo hace cuando muchos, a su edad, acaban de llegar al gremio. La razón es que acaba de obtener una plaza como médico interino en el Hospital de Can Misses, pero también por amor a su hija. «No tengo tiempo, con una niña ya no llego». Se lleva en la mochila un buen manojo de recuerdos y reconoce que aún no tiene mono de baloncesto. «Todavía es muy pronto y ni siquiera lo he pensado. Todavía está todo muy reciente y además, ahora tengo que estudiar mucho y cuidar de mi niña, por lo que ahora no pienso demasiado en si tendré o no el gusanillo por el balonesto. Pero reconozco que estoy preocupado y mentiría si no dijera que estoy un poco asustado. Vivo una situación extraña, porque a los 15 años ya entrenaba al equipo de la escuela y a los 21 ya vivía de esto. Empieza otra etapa».

Oliete asegura que no se larga porque le deje de seducir este deporte, sino porque ahora tiene otras prioridades: «No me falta ilusión, me falta tiempo. Cuando tienes que hacer guardias de 24 horas es imposible compaginar las dos cosas. Estaba muy bien en el Eivissa Bàsquet, pero lo he tenido que dejar». Hace ya algún tiempo que Oliete dejó de aparecer en el escaparate del baloncesto profesional. Se entregó a su hija y a sus estudios, a pesar de que los equipos seguían golpeando su puerta: «Mi prioridad es la familia. Al primer año de llegar a Eivissa, cuando éramos colistas de la liga EBA, todavía me llegaron un par de ofertas. Una para ser entrenador de LEB y otra para ser ayudante técnico en la ACB, pero mi prioridad era la niña. Sabía que estando en Eivissa todo esto iba a tener fecha de caducidad, que iba a ser un morir poco a poco, como así ha sido».

Deja huella

Su despedida, en la era de internet, donde todas las noticias se conocen casi al instante, no ha pasado inadvertida en el baloncesto nacional. En Menorca, por ejemplo, donde Oliete obtuvo el ascenso a la liga LEB y sentó las bases para la formación de un club como el Menorca Bàsquet, que ahora triunfa a nivel nacional, es un claro ejemplo. «A nivel táctico, Oliete era extraordinario y tenía grandes conocimientos sobre el juego. Es el entrenador que más me ha mostrado y con él aprendí muchísimo», dice Tisi Reynés. Tampoco olvida su paso por el baloncesto profesional Manel Comas, del que Oliete fue ayudante en el CAI Zaragoza. «Me acuerdo que era muy joven y se dormía...», ironiza el técnico del Cajasol. «Es uno de los entrenadores con mayor talento de los que he tenido a mi lado. Fiel y muy buen compañero. Ha tenido mala suerte con algunos proyectos». Comas afirma que hay que «respetar» su decisión porque «en la vida hay prioridades. A veces hay que aparcar unas cosas para dedicarte a otras», concluye.