Tanto los cuatro tantos encajados frente a los colchoneros, como el «asunto D'Alessandro», han supuesto el revulsivo de un equipo que hasta ahora caminaba por la Liga con más pena que gloria y con más sombras que luces, pero que frente al Villarreal jugó su mejor partido en casa de la temporada y recordó al de los mejores momentos de la pasada.
Por contra, el Villarreal mantuvo el tipo en el primer periodo, pero el segundo tanto fue un mazazo, que unido al cansancio del encuentro de Copa de la UEFA disputado el pasado jueves, supusieron un lastre que no fue capaz de arrastrar.
Tras un inicio titubeante, el conjunto local comenzó a combinar y llegar a las inmediaciones del área del uruguayo Sebastián Viera, momento a partir del cual el juego comenzó a entrar en rachas alternas de dominio.
Oliveira abrió el marcador para los maños aunque el tanto fue muy protestado. Zaragoza desempolvó aquella que dice que quien perdona paga y tres minutos después hacía subir el 2-0 al marcador por medio de Oscar González tras una jugada de presión local, al portero primero y a Bruno Soriano después y que acabó dejándose el balón detrás. Este tanto fue un portazo contundente al encuentro porque, aunque restaban todavía cuarenta minutos, el Villarreal ya no volvió a mostrar peligro.
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