Efe|BARCELONA
El español Rafael Nadal, número dos mundial, conquistó ayer su tercer torneo Conde de Godó consecutivo tras fulminar en la final al argentino Guillermo Cañas (6-3 y 6-4) en una hora y 42 minutos de juego, e igualó el récord de victorias del mítico Mats Wilander, el único que había sido capaz de encadenar tres títulos en el torneo de Barcelona (1982, 1983 y 1984).

El mallorquín sigue agrandando su leyenda en tierra, superficie en la que ya ha encadenado 72 partidos invicto, ha ganado los doce últimos torneos disputados y ha dejado en la picota a 49 rivales en los últimos dos años.

Algunos de ellos, como el voluntarioso Cañas, ya saben lo que es perder más de una vez ante un Nadal en racha. El bonaerense lo hizo en los cuartos de final de Acapulco, en los dieciseisavos de final de Roma, ambos en 2005, y ayer volvió a hincar la rodilla, esta vez en Barcelona, ante el indiscutible rey de la tierra batida.

El partido se preveía duro para el español, porque Cañas es un tenista con un perfil similar al de Nadal: rápido de piernas, muy duro mentalmente y que minimiza el error en cada golpe. Sin embargo, Willy no es Nadal, sólo se le parece. Y ayer, el número dos del mundo se encargó de evidenciar la diferencia de talento que existe entre ambos.

El mallorquín, salvo los apuros que pasó con su servicio en el juego inicial del primer set -Cañas tuvo dos bolas de rotura que desperdició-, mandó como quiso, y marcó el ritmo del partido en todo momento, y su rival, bien atrincherado atrás, jugó el papel de secundario de lujo devolviendo cada bola, peleando cada punto y obligando a Nadal a imprimir mayor intensidad en todos sus golpes.

Los dos sets fueron prácticamente calcados. Porque lo quiso Nadal y porque Cañas no pudo hacer más para cambiar el signo. El manacorense tuvo que emplearse a fondo, porque ante Willy siempre es necesario un golpe más para ganar el punto, ya sea haciéndole correr de lado a lado, hasta sacarlo de la pista con la derecha, o atrayéndolo hacia la red para después dejarlo vendido.

Pero el mejor jugador del mundo en tierra batida sabe que, en el polvo de ladrillo, sólo es cuestión de tiempo que sus rivales caigan como fruta madura, y el argentino Cañas, no fue una excepción a esa regla.

El bonaerense lo hizo en el sexto juego del primer set, cuando cedió por fin su saque, para que Nadal se pusiera con ventaja de 4-2 y pudiese cerrar la manga inicial con su propio servicio (6-3).

El guión del primer set se repitió en el segundo, aunque Cañas, que estuvo algo más agresivo en la segunda manga, aguantó otro juego antes de ceder su saque por segunda vez (4-3 y servicio para Nadal). La victoria del tenista español estaba prácticamente decidida, pero si algo tiene Cañas es que no se rinde jamás.