Efe|ZÚRICH
El italiano Fabio Cannavaro, ganador del Premio al Mejor Jugador de la FIFA, dijo que acudir a Zúrich, donde ayer se celebró la Gala anual del fútbol, ya es una especie de revancha frente a todas las críticas que recibió cuando ganó el Balón de Oro. La antesala de la decimosexta Gala de la FIFA fue un curioso ejercicio de simulación. Simuló el portavoz de la Federación Internacional, que trató de explicar los problemas de agenda de Zinedine Zidane para no acudir a su cita con los medios, pese a que era el único que no había jugado, mientras a Ronaldinho, por ejemplo, le dio tiempo a llegar desde Japón. Y simularon, sobre todo, los jugadores, a los que la FIFA impidió que se expresasen como ganadores o perdedores, para prolongar hasta la gala nocturna, una emoción que se supone que debía de ir en el contrato de los derechos televisivos, pero que comenzó a diluirse el domingo, cuando se filtró el resultado de la votación.

Así, Ronaldinho, que según expresó al portavoz de la FIFA llegó «muerto» desde Japón, con la amargura de la derrota en la final del Mundial de Clubes y conocedor de que no iba repetir trofeo en Zúrich, tuvo que fingir la emoción que le supondría convertirse en el primer futbolista que lo lograse tres veces seguidas. De igual forma, a Cannavaro se le hizo muy cuesta arriba hablar en todo momento como finalista, cuando ya se sabe ganador.