El Barcelona se ganó ayer el derecho a jugar la final del Mundial de Clubes tras arrollar al América de México y ofrecer el mejor partido del torneo que disputan los seis campeones continentales. Con un inspiradísimo Ronaldinho, el conjunto azulgrana le metió a su rival el mismo número de goles que en el partido que disputaron en pretemporada, en Houston (EEUU), pero en aquella ocasión el partido finalizó con un empate. Los hombres de Frank Rijkaar disputarán el domingo el título mundial, 14 años después de que el «dream team» de Johan Cruyff fracasara en su único intento, ante el Sao Paulo, en la conocida antes como Copa Intercontinental. En las jornadas previas al encuentro de semifinales los jugadores azulgrana se empeñaron en repetir que no eran favoritos debido a que fueron el último equipo en incorporarse al torneo y no les iba a dar tiempo a superar los trastornos físicos por el desfase horario. La estrategia de despiste funcionó, porque si se vio un equipo suelto desde el inicio, ese fue el conjunto catalán.