Lleva 19 años y 178 días soñando con este momento. Exactamente el tiempo que necesita Jorge Lorenzo para entrar en los anales del deporte balear y español si se convierte en el segundo campeón del mundo de motociclismo más joven de todos los tiempos (12:15 horas, TVE). Alcanzará en un Circuito Ricardo Tormo que batirá todos sus récords de asistencia. Se espera que más de 125.000 personas sean testigos directos de la conversión en realidad del sueño de un niño que con tres años dio gas por primera vez y a eso de la una de la tarde de hoy tendrá el mundo entero a sus pies. No será un trámite.

Jorge deberá encomendarse a su mejor pilotaje para fulminar las opciones del único rival que le ha quedado al mejor piloto del cuarto de litro en 2006. Ocho victorias (Jerez, Qatar, Mugello, Assen, Donington, Brno, Sepang y Phillip Isnald), diez «poles» y once podios han sido un balance que Andrea Dovizioso, junto a Locatelli el único piloto que ha puntuado en las dieciséis pruebas disputadas hasta el momento, ha podido resistir. Su regularidad y el golpe de efecto de Estoril, donde aplazó la fiesta del 48 y el equipo Fortuna Lotus, mantienen al italiano con opciones intactas y matemáticas de obtener su segundo entorchado (2004 en 125). Trece puntos le separan del mallorquín y las combinaciones le favorecen en casos muy retorcidos. En caso de que el de Honda ganara en Cheste, a Jorge le bastaría con ser cuarto. A partir de ahí, sólo un abandono del balear habilitaría al transalpino, que se aferra a su clase en carrera para intentar romper con la lógica y reeditar los precedentes de 1990 y 1993, las dos únicas oportunidades en las que el campeón mundial de dos y medio no ha sido el piloto que llegó líder a la última manga.

El fin de semana ha dejado sensaciones encontradas. Mientras Jorge ha ido amoldándose mejor a su Aprilia, Dovizioso se ha quejado del circuito y traspasa toda la presión a su contrincante. Serán 27 vueltas apasionantes, 108,135 kilómetros que deciden una temporada y pueden marcar un punto de inflexión en la vida del joven piloto palmesano, que con poco más de diecinueve años puede dar al motociclismo español su trigésimo título, siendo el quinto en 250 y el décimo piloto que logra esta fita, redondeando el doblete con lvaro Bautista y una temporada irrepetible para Aprilia, que ya tiene en el bolsillo los títulos de marcas de 125 y 250 y el de pilotos del octavo de litro.

Por ello, la factoría de Noale, de la mano de Giampiero Sacchi, ha puesto a disposición de Jorge todo su arsenal sobre la pista. Y los entrenamientos oficiales han reforzado la defensa de la marca italiana hacia el piloto mallorquín, que contará con un largo puente de corredores que mediarán entre él y Andrea Dovizioso en la parrilla de salida. El de Forli sólo pudo ser séptimo, idéntico registro que el Estoril, pero antes de alcanzar a Lorenzo y a un Hiroshi Aoyama intratable, deberá sobrepasar el escudo Aprilia que forman lex de Angelis, Roberto Locatelli, Marco Simoncelli (Gilera) y Héctor Barberá, un aliado inesperado y de última hora en la carrera de Jorge por la corona más preciada. Es la última muestra de solidaridad de un grupo que se ha volcado con su líder. El equipo Fotuna Lotus ha hecho lo posible para mantenerle alejado del mundanal ruido, de la presión mediática y del bullicio de un Ricardo Tormo en el que el ambiente es festivo a todas horas.

No será la única en juego, pues MotoGP sigue también sin conocer a su campeón, pero la emoción está asegurada. La renta que maneja Lorenzo contra la necesidad y la inteligencia en pista de Andrea Dovizioso, que saldrá a por todas y en inferioridad en la guerra de marcas que protagonizarán Aprilia y Honda.

Las vibraciones son positivas en el entorno de Lorenzo. Nadie se fía de Dovizioso, pero el ritmo de la Honda no acaba de convencer y a Giorgio se le ve cómodo, confiado y seguro de sus posibilidades. Muy seguro. Sabe que la victoria no es necesaria y que Hiroshi Aoyama no la podrá fácil. El japonés marcó la pauta en los entrenamientos libres y los oficiales de ayer y ha hecho de su KTM una ayuda más en la senda de Jorge, en esos poco más de cuarenta minutos que le impiden a día de hoy poder presumir de Mundial. El baile Aprilia-KTM fue una constante a lo largo de la tanda decisiva. Eso sí, Aoyama le dejó claro a Lorenzo que quiere la victoria y que si algo deberá celebrar el balear, será la consecución del título. Lorenzo se estuvo probando, estudiando al milímetro cada palmo del trazado. Sin agobios, y dejando que Aoyama fuera marcando los cronos de referencia. Mientras, Andrea Dovizioso seguía peleándose consigo mismo, intentando arañar décimas en cada tramo. No era su día y se le veía peor que en Portugal. Preocupaba en el box del Team Humangest verle a casi un segundo del mejor tiempo y a más de medio del 48. Faltando poco más de cinco minutos, llegó la hora de poner a prueba las gomas de clasificación.

Aoyama
Al mismo tiempo que la actividad era frenética en el box 27 (Fortuna Lotus), Aoyama se destapaba y rebajaba en seis décimas y media el crono de un Locatelli que iba por delante a falta de la ofensiva final (1:35.109). Parecía imposible poder mejorar el giro perfecto del nipón de KTM, una pieza codiciada en MotoGP y cuya cotización ha ido creciendo a medida que el final de esta campaña se iba acercando. La desesperación de un Dovizioso fuera de lugar se veía cuando descaradamente esperó la llegada de Aoyama, quien le dobló. El italiano buscó su rebufo intentando maquillar sus discretos registros, pero le resultó imposible poder soportar el infernal ritmo de la KTM número 4. Jorge Lorenzo presentaba su candidatura con el segundo mejor tiempo por vuelta (1:35.450), pero apenas quedaba margen para poder batir las 341 milésimas que separaron al nipón y al mallorquín, que tuvo en lex Debón a su última "liebre" a la búsqueda de la "pole" y un récord que se escapó en casa. En el mismo segundo que Aoyama y Lorenzo rodaron De Angelis y Locatelli, que completan la primera línea, y el segundo grupo, en el que Simoncelli y Barberá preceden a un Dovizioso que juega al despiste, pero hoy estará delante. Al igual que el 48, que esta vez sí saldrá con la moto 1, la buena, la que corre de verdad y poco tiene que ver con la que tuvo que asumir el reto de Estoril hace un par de semanas.

Con el subcampeonato en el bolsillo, Jorge es consciente de que está ante uno de los días para enmarcar dentro de la historia del deporte balear, en un instante único para el motociclismo de las islas, que tenía que remontarse a finales de los 80 para encontrar una gesta de este calado de la mano del título europeo de Jaume Mariano. Lorenzo y su Aprilia han roto todos los registros y ya han firmado el mejor año del motor balear en toda su historia. Ahora sólo falta sentenciar el título.