C. Vidal
Era una oportunidad única y pocos chavales quisieron perdérsela. Casi medio centenar de niños y niñas disfrutaron ayer en la pista 1 del Ibiza Club de Campo de una clase magistral de Carlos Moyá. El tenista mallorquín, que hace poco consiguió su victoria número 500 en la ATP, lo que le convierte en el jugador en activo con más triunfos del circuito, ejerció de maestro por espacio de hora y media. «A los chavales les aconsejaría que tengan pasión por el juego y que disfutren. Yo era uno de ellos y mi sueño era llegar a profesional. Si yo lo he conseguido, ellos también pueden lograrlo», comenta el tenista.

«El hecho de conseguir 500 victorias en mi carrera deportiva (conseguida el pasado 14 de septiembre en el Torneo de Bucarest ante el rumano Pavel) fue muy especial . Muy pocos jugadores han llegado a esa cifrea y eso indica el trabajo realizado durante todos estos años. Es muy difícil mantenerse durante casi diez temporadas al más alto nivel. De todas formas, no celebré de forma especial esa victoria», declara el tenista, que asegura que esta temporada «ha sido bastante dura y larga, pero ya quedan pocos torneos y hay que hacer un último esfuerzo. Pero pronto habrá que pensar en la próxima campaña y yo sigo muy ilusionado y convencido de que aún me quedan un par de años a un buen nivel».

El clínic comenzó a las 17,00 horas con más de un centenar de personas entre espectadores y participantes. Carlos Moyá y el técnico Manu se pusieron a un lado de la red y pelotearon un buen rato con los chavales, primero con los de categoría alevín y, después, infantil. Tras el peloteo, se disputó un tie-break, en el que Moyá y Manu se enfrentaban a una pareja mixta, que se cambiaba si perdía el punto y seguía jugando si lo ganaba. La ibicenca Carla Tur y Juan Riquelme arrancaron los primeros aplausos del público tras anotar de esta forma varios puntos. La clase acabó sobre las 18,30 y es que el tenista regresaba a Palma a las 20,00 horas. «Conozco muy bien Eivissa y me gusta mucho, pero esta vez no puedo quedarme ni un par de horas», añade Moyá.