BARCELONA: Jorquera, Belletti, Márquez, Puyol, Gio, Xavi, Motta, Deco, Messi, Ronaldinho y Etoo.

Cambios:Thuram por Márquez, Iniesta por Motta y Gudjohnsen por Etoo.

ESPANYOL: Kameni, Sergio Sánchez, Jarque, Lacruz, Zabaleta, Costa, Fredson, Rufete, Coro, Moha y Pandiani.

Cambios: Torrejón por Lacruz, Luis García por Coro y Riera por Moha.

Arbitro: Mejuto González (comité asturiano). Amonestó a Lacruz, Motta, Pandiani y Jarque.

Goles:
1-0, min. 3 Xavi.
2-0, min. 13 Deco.
3-0, min. 62 Deco.

Javier Giraldo|BARCELONA
El Barcelona levantó su séptima Supercopa de España a ritmo de rondo frente a un Espanyol vencido desde el inicio, incapaz de plantar cara a la avalancha inicial del conjunto azulgrana. En el partido de ida (0-1), el Barcelona ya había pasado por encima de su rival ciudadano en la segunda parte, y el encuentro de vuelta vino a confirmar las sensaciones. La diferencia entre ambos equipos quedó patente sobre el césped del Camp Nou y se multiplicó a raíz de la impugnación del partido de ida por parte del Espanyol, recibida en el equipo azulgrana como una motivación añadida para el partido, dominado de principio a fin por los hombres entrenados por Frank Rijkaard. Por si quedaban dudas, el Barcelona desbrozó el partido a las primeras de cambio. Enchufado desde el pitido inicial, ansioso por olvidar cuanto antes el Mundial de Alemania para reencontrarse con el calor del Camp Nou, Ronaldinho abrió fuego en el tercer minuto. Encaró a Sergio Sánchez, un central convertido a lateral derecho, y colocó un balón en la cabeza de Xavi Hernández.

El remate del centrocampista sólo admitía el gol como respuesta, tan solo como se encontró a la hora de conectar la pelota hacia la red ante la mirada de Zabaleta. A la hora de encarrilar el partido, al Barcelona le ayudó enormemente el planteamiento de Ernesto Valverde. El entrenador del Espanyol desnaturalizó a su equipo desde la alineación, sentando a Luis García y a Iván de la Peña para formar un bloque muy plano que se vio desarbolado; sin recursos para frenar la avalancha azulgrana; sin ímpetu para conducir el partido hacia una vertiente más física, como había hecho en el partido de ida; sin respuesta, boquiabierto y resignado, con la defensa adelantada sin motivo alguno y el centro del campo a verlas venir.

Cuando el Espanyol aún buscaba su hoja de ruta, el Barcelona se anotó el segundo gol. Casi invitado por su rival, el equipo de Rijkaard hizo de las suyas, triangulando con precisión: Xavi habilitó a Belletti con una pared muy precisa y el brasileño alcanzó la línea de fondo para tirar el pase de la muerte hacia Deco, que sólo tuvo que concluir la jugada. Lo hubiera podido hacer Xavi o Etoo, también llegados en la incorporación ante la pasividad de la defensa del Espanyol. Desfigurado el Espanyol, el Barça fue un equipo reconocible, fiel a su patrón de juego. Funcionó con solvencia a las órdenes de Xavi, sostenido por Deco y entregado a Ronaldinho y Messi.