Enrique Escande|BERLIN
Argentina mastica bronca por la oportunidad inmejorable que perdió de pasar a las semifinales del Mundial de Alemania 2006, al igualar a uno con Alemania y perder en la tanda de los penaltis, lo cual aceleró su regreso a casa.

Los argentinos estuvieron cerca, hicieron transpirar al conjunto anfitrión, lo pusieron en aprietos pero les faltó un poco más de Riquelme mientras estuvo en el campo, o un bombazo de Maxi Rodríguez, o algo, aunque fuera mínimo, de Crespo, o un poco más de espacio para Tevez.

El desarrollo del partido desnudó el real poderío alemán, que parece haber tocado el techo de su rendimiento, distinto, inferior al que históricamente ha tenido la selección de este país en las luchas mundialistas.

Los argentinos tuvieron ventaja en el marcador, lograda mediante un cabezazo del defensa Roberto Ayala, entre los 48 y 80 minutos del partido, en los que jugaron retrasados, dispuestos a recuperar el balón cerca de su área, como había ocurrido en el segundo tiempo ante Costa de Marfil, en el debut, cuando Didier Drogba los tuvo a mal traer.

Y todo indica que el seleccionador José Pekerman, que había acertado en todo -convocatorias, estrategias, cambios- no estuvo feliz con la decisión de hacer salir al campo a Julio Cruz por Crespo, porque en la lectura de la derrota resalta que el partido lo jugó Argentina con Saviola, Messi y Aimar en el banquillo.

Hubo una sustitución obligada, cuando el portero Abbondanzieri quedó lesionado por un empellón de Klose y salió a la cancha Leo Franco, y otra lógica por las circunstancias del juego, la de Cambiasso por Riquelme, porque Argentina necesitaba recuperar la pelota, Román sólo la veía pasar y además, según Pekerman, estaba agotado.

Los libros del fútbol indican que dos cabezazos en el área provocan un gol la mayor parte de las veces, y por eso un centro de Ballack, «peinado» por Podolski hacia atrás cayó servido para que Klose anotara el empate con un frentazo imparable, en uno de los pocos cara a cara de los alemanes con la portería albiceleste.

En la prórroga se repartieron el dominio y el marcador no se movió. En los penaltis no estaba en la portería argentina un especialista en estas cuestiones, Abbondanzieri, y en la alemana Lehmman decidió que el equipo pasara a las semifinales al parar los disparos de Ayala y Cambiasso. La selección argentina protagonizó momentos muy buenos en el Mundial, en el que ganó tres partidos e igualó dos, como el perfecto primer tiempo jugado frente a Costa de Marfil, la elaboración la mayor goleada del torneo (6-0) con el valor agregado de tantos bordados, el equilibrio mostrado en el empate a cero ante Holanda y las ganas de ganar que expuso en octavos contra México.

El meta Abbondanzieri, cuestionado por una presunta falta de firmeza y seguridad para la titularidad en el equipo, ha sido uno de los mejores en su puesto en el Mundial, y Ayala, un defensa que podría formar parte de la selección mundialista.

Pekerman hizo debutar a Lionel Messi en un Mundial de selecciones absolutas, pero no le dio mucho rodaje y sólo lo puso como titular en el partido contra Holanda, en el que Argentina tenía asegurada la clasificación anticipadamente.

No son pocos los que esperaban que saliera al campo en Berlín, para jugar por abajo contra los gigantes alemanes y rompiera moldes de ataque con su socio Carlos Tevez.

Pekerman ha anunciado que su ciclo terminó en los cuartos de final de este Mundial, que no va a continuar en el cargo. Tomada la decisión, la Asociación del Fútbol Argentino se apresta a buscar no sólo a un seleccionador, sino a un generador de ilusión y esperanza como el que acaba de ocupar el puesto desde 2004, tras la dimisión de Marcelo Bielsa.

Con Pekerman, el fútbol argentino ha vuelto a sus fuentes y pudo desdramatizar el hecho de jugar un Mundial. El equipo que lo representó tuvo identidad, algo que buscaba con desesperación.