Rafael Nadal se graduó ayer en «la Catedral». Ante un bombardero, el tenista mallorquín recurrió a la épica para avanzar hasta la tercera ronda de Wimbledon. Necesitó 3 horas y 41 minutos para doblegar al estadounidense Robert Kendrick por 6-7 (4), 3-6, 7-6 (2), 7-5 y 6-4, pero llega a su enfrentamiento con Andre Agassi con la moral por las nubes después de salvar un partido-trampa. Cada día se maneja mejor sobre hierba. Ahora es todavía más peligroso.

Sobre hierba importa muy poco el ránking. Un tipo que se mueve en el puesto 237 del ranking puede tener contra las cuerdas al número dos del mundo. Ayer, Robert Kendrick firmó uno de los mejores partidos de su vida y tuvo la victoria a dos puntos. No daba la impresión de que Rafael Nadal pudiera tener tantos problemas cuando arrancó el encuentro. El balear se mostraba tremendamente ofensivo con su servicio y se anotó sus dos primeros juegos en blanco, pero el americano respondía haciendo saque-red tanto con el primer como con el segundo servicio (2-1). En el cuarto juego, el mallorquín se colocó con 15-40 al resto. Había leído bien el servicio de Kendrick y había colocado dos passings directos, pero el estadounidense los salvó con una buena derecha y con un punto de saque a 132 millas (220 km/h aproximadamente). Un punto después, con ventajas para Kendrick, un juez de línea cayó desplomado al suelo. El juego se detuvo siete minutos, aunque finalmente simplemente fue un desmayo y Kendrick mantuvo su saque (2-2).

A partir de ese momento, el primer set entró en la tónica habitual de los encuentros sobre hierba. Los dos ganaban con facilidad su saque. Nadal desde el fondo y Kendrick con su servicio. Como se preveía, la primera manga llegó al tie break y sorprendentemente al balear se le fue el partido de las manos. Ganaba la muerte súbita 4-1, cuando Nadal no pudo resolver. Con 4-3 y dos saques, cometió una doble falta (4-4) y entregó un segundo saque muy blando (4-5). Se había esfumado la ventaja y el primer set (4-7).

Perder el tie break no entraba en los planes. De hecho se convertía en un doble problema. Ya que además de cobrar ventaja, Kendrick tenía la moral por las nubes. Todo se complicó de repente. El estadounidense lograba aces con segundos servicios a 111 millas por hora (185 kilómetros por hora). Para colmo de males, Nadal perdió su saque en su primer servicio del segundo set (0-2 y saque para Kendrick). El camino empezaba a tener demasiadas curvas.

A Kendrick le salía todo. Pegaba con potencia desde el fondo, no paraba de acumular saques directos y era insuperable en la red (0-3). El partido entraba en una dinámica muy peligrosa y pese a que Nadal salvó una nueva pelota de break en el sexto juego (2-4), el estadounidense consiguió mantener su servicio para colocar el 3-6 en el marcador.

Rafael Nadal sólo había perdido un saque y estaba dos sets abajo en el electrónico. Además, en el primer juego del tercer set, el juez de silla amonestó al mallorquín por perder tiempo cuando ganaba 40-30 y estaba a punto de sacar. El balear se enfadó (1-0) y al juego siguiente lanzó un aviso a Kendrick. Se colocó con 30-40, pero no pudo controlar el segundo saque del estadounidense a 109 millas por hora (1-1).

El partido recuperaba la tónica de los sets anteriores. Los dos ganaban sus saques con relativa comodidad y todo apuntaba a un nuevo tie break, cuando en el duodécimo juego, Nadal se colocó 15-40 al resto. Parecía que esta oportunidad no se podía escapar cuando nuevamente el americano logró un ace y un nuevo punto de saque volea (6-6). La muerte súbita era una nueva lotería, pero esta vez Nadal no dejó que su rival apenas comprara boletos. Siguió completamente concentrado y resolvió con autoridad por 7-2.