Hernán Bahos|DORTMUND
Brasil está obligado a cometer un sacrilegio hoy en Dortmund para despejar dudas en relación con su nada convincente comienzo en el Mundial de Alemania, y Zico, uno de sus hijos más preclaros, a hacer un milagro como director técnico de Japón en busca del pase a octavos. La mayoría de los jugadores de la selección brasileña tienen como ídolo e inspirador a Arthur Antunes Coimbra «Zico», el técnico de Japón que llega a la última jornada del Grupo F con la necesidad de hacer casi un milagro: ganar a sus compatriotas y hacer fuerza para que un empate liquide el choque entre australianos y croatas. El sacrilegio de los brasileños consistirá en derribar a punta de goles, y ojalá muchos goles para acallar a la inmensa crítica, las aspiraciones de Zico y sus pupilos.

El ex futbolista continúa aferrado a la fe de que será posible derrotar a Brasil y, dependiendo del resultado del partido que en forma simultánea protagonizarán Croacia y Australia, sellar el visado para los octavos de final. «No vamos a enfrentar un monstruo. Es un gran equipo, pero Japón también tiene jugadores. No podemos desistir mientras haya una posibilidad mínima», manifestó. Jugador de tres mundiales y máximo ídolo del Flamengo en toda su historia centenaria, Zico recordó el lunes que Japón empató 2-2 con Brasil en 2005 en la primera fase de la Copa de las Confederaciones, y que pudieron haber ganado de no haber sido anulado el legítimo tercer gol de sus jugadores.

El martes, el seleccionador consagró las dos horas del entrenamiento a los remates a la portería, el principal déficit de los japoneses. «Necesitamos hacer goles y siempre es bueno entrenar», explicó. El misterio también ha sido el arma adoptada en los últimos días por su colega Carlos Alberto Parreira. Además de confundir a la prensa en la elaboración de la formación titular, Parreira desató un alud de declaraciones de jugadores ansiosos de recibir una oportunidad en el equipo y de otros que no quieren perder la plaza pese al riesgo de recibir la segunda tarjeta amarilla.