El seleccionador nacional, Luis Aragonés, durante la sesión preparatoria de ayer en Leipzig. Foto: FÉLIX ORDÓÑEZ

Los focos apuntan hoy al estadio Zentralstadion, de Lepizig. A las 15.00 horas, la selección se presenta en sociedad ante Ucrania. Y lo hace con un once revolucionario, con sólo tres protagonistas de la última decepción en Corea -Casillas, Puyol y Xavi-, con dos futbolistas -Pernía y Senna- vírgenes con la roja en partido oficial...y con Raúl en el banquillo. Toda una declaración de intenciones. Luis Aragonés ha apostado por abrir las ventanas y oxigenar un vestuario cargado de porrazos y lágrimas. Porque España, de una vez por todas, después de generaciones frustradas, quiere dar un puñetazo encima de la mesa. Justificar el zumbido que acompaña a la selección cada cuatro años.

España, la última de las cabezas de serie en saltar a la arena, ha tomado buena nota de sus compañeros en la planta noble. Todos, salvo Francia, han saldado su debut con una victoria. Con más o menos brillo. Pero con tres puntos en sus alforjas. Teniendo en cuenta los otros rivales del grupo H, Túnez y Arabia Saudí, la selección obtendrá prácticamente su pasaporte a la siguiente ronda como primera de grupo si cumple con los pronósticos.

Enfrente, un rival que vive su primer gran torneo desde su independencia en 1991. Ucrania se apoya en el carisma de su entrenador, Oleg Blokhin, y la magia de Andrey Shevchenko para alzar la voz en todo el planeta y conectar el primer directo al mentón de España. Un dato para no encender todavía la mecha. Ucrania fue la primera selección en sellar su pasaporte para el Mundial. Claro que, como pasa cada cuatro años, España es favorita. ¿O no?. Hoy saldremos de dudas.