No son tan numerosos ni ruidosos como los alemanes o los ingleses, pero los aficionados holandeses se hicieron notar también en la Platja de Palma, lugar elegido para sus vacaciones por muchos de los seguidores «oranjes», que pese a la hora del partido no se cortaron y se reunieron en torno a la televisión para vibrar durante noventa minutos con el estreno del equipo de Marco Van Basten en la Copa del Mundo. Ataviados algunos de ellos con la inconfundible indumentaria naranja y con la cerveza como compañera de mesa, vibraron con las acciones de la naranja mecánica y con el gol que Robben, que a la postre resultó determinante para el desenlace del partido. Son pacíficos, más pausados, pero no por ello menos apasionados que los demás. Por ello, las fuerzas de seguridad no han tenido que desplegarse de la misma manera que el pasado viernes en Mega Park, donde miles de aficionados germanos se concentraron para ver en directo el partido inaugural del Mundial.

Eso sí, el partido frente a Serbia y Montenegro, además de alegrías, también deparó sensaciones fuertes en forma de sustos para los holandeses, que lo llevaron de la mejor manera posible en la hora del almuerzo, algo que no les impidió disfrutar de una cita ineludible con sus colores y con el fútbol preciosista y efectivo que ofrece la selección holandesa, que contó desde la Platja de Palma y s'Arenal, y desde otros puntos de la isla, con un firme apoyo por parte de los seguidores que pasan sus vacaciones en la isla, pero que no tienen reparo en perder parte de su tiempo libre ante la pequeña pantalla para sufrir, disfrutar, reír y llorar con el devenir de Holanda en el Mundial de Alemania 2006.

Con el tanto de Robben, la euforia contenida se desató entre los seguidores naranjas, que disfrutaron al máximo de cada momento y de cada una de las acciones de los hombres de Van Basten, quien también fue objeto de los tímidos cánticos vertidos por parte de la «modesta» colonia holandesa, si se compara con las dos grandes potencias turísticas que ocupan buena parte de la planta hotelera de Mallorca. El excelente ambiente y la deportividad que siempre han definido a los «oranjes» tampoco faltó en su cita mallorquina, donde todos animaron como una sola voz para llevar a Holanda a sumar sus tres primeros puntos en el Mundial, y una victoria importante de cara a acceder a la segunda fase y con ello seguir optando al título, algo que a buen seguro celebrarán con mayor énfasis y euforia si cabe.