El defensa de la selección española Sergio Ramos, saludando a los aficionados, ayer a la llegada del equipo a Alemania.

Agencias|MADRID
Brasil se presenta como el gran favorito y el rival a batir por todas las selecciones en el Mundial de Alemania que da comienzo mañana, en un torneo que cuenta con muchos serios aspirantes y en el que España tendrá otra lucha diferente, representada en su historia.

Los hombres de Carlos Alberto Parreira llegan a la cita con motivación y deseos de demostrar que se puede reunir en un mismo equipo a toda una constelación de estrellas.

Ansían alzar la sexta Copa del Mundo y llevan arrastrando su halo de favoritismo desde hace mucho tiempo, pero también le recuerdan desde fuera la final de 1998 o la experiencia de 1982 donde fue con otro equipo repleto de calidad (Sócrates, Zico, Falcao,...). Este es precisamente el mayor enemigo de la canarinha. La conocida presión y el tener a todo un país detrás de su evolución son los problemas para un combinado sólido y seguro en todas sus líneas y en donde está el «Balón de Oro» y el «FIFA World Player», el azulgrana Ronaldinho.

El jugador del Barcelona parece no saber lo que es la presión. Disfruta y quiere cerrar un año mágico con el triplete. Su figura se empezó a alargar hace cuatro años y ahora está llamado a liderar a una Brasil, ansiosa de ver el resurgir de Ronaldo Nazario da Lima, que quiere que el Mundial sea el bálsamo de una temporada discreta y llena de lesiones.

Además, el resto de participantes han cedido amablemente el papel de favorita a la pentacampeona y eso vuelve más peligrosos a los aspirantes, sobre todo a cuatro de ellos. Y es que en el primer escalón de poder plantar cara a Brasil se encuentran Argentina, Italia, Inglaterra y Alemania, siempre dispuestas a ofrecer su mejor cara en esta cita que puede cambiar la historia del fútbol.