«De cabeza salimos reforzados», aseguró Míchel Salgado, lateral derecho del Real Madrid, después de haber solventado el partido ante el cuadro balcánico con un 2-1 tras ir perdiendo por 0-1 por un autogol de Pablo Ibáñez.
«Ganar un partido así nos viene muy bien de cara al Mundial. El haber podido remontar es muy bueno en un partido muy parecido a como serán los del Mundial», apuntó Salgado, para el que la llegada a Alemania es algo más que especial, por cuanto es alcanzar un sueño que, sin ir más lejos, una lesión le impidió en la última Eurocopa de Portugal.
La plantilla de Luis Aragonés comparte este sentimiento de haber tenido la capacidad suficiente como para haber podido darle la vuelta al marcador sin olvidar que sigue costando demasiado hacer gol.
«En un Mundial si tienes dos ocasiones claras y las fallas, según indica la ley del fútbol, lo acabas pagando y perdiendo», apuntó el jugador gallego del Real Madrid, quien, como sus compañeros, se queda con las lecturas positivas de la capacidad de reacción y el hecho de disponer de ocasiones, así como de no conceder importancia al penalti fallado por Fernando Torres o al autogol de Pablo Ibáñez.
Este último amistoso premundialista no es, no obstante, ni la primera vez que España bajo la dirección de Luis Aragonés se ve por detrás en el marcador ni se mete un gol en propia meta.
En el España-Escocia inconcluso del 2 de septiembre de 2004 en Valencia, Rubén Baraja, una de las ausencias más notables entre los convocados para el Mundial, se metió un gol a los 17 minutos y el cuadro español tuvo que esperar, como en Ginebra contra Croacia, al segundo tiempo, para empatar con un gol de penalti de Raúl González antes de que un apagón producto de un tremendo aguacero provocara la suspensión del partido a los 60.
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