Javier García-Ochoa |MELBOURNE
Fernando Alonso (Renault) ganó ayer el Gran Premio de Australia, una carrera que parecía haber sido sacada de un guión de cine, con incidentes antes de la salida, accidentes espectaculares y un final espectacular con la lucha de dos coches por el quinto puesto, uno de ellos intentado cruzar la línea de meta en llamas. El protagonista, Fernando Alonso, tuvo un final feliz, con su segunda victoria de la temporada, décima de su carrera, y ha aumentado su ventaja al frente de la clasificación del campeonato del mundo, en la que ahora dobla en puntos, 28 por 14, a sus seguidores, su compañero de equipo el italiano Giancarlo Fisichella y el finlandés Kimi Raikkonen. Alonso partía desde el tercer puesto de la formación de salida, realmente el segundo tras calar el motor Fisichella y tener que partir desde boxes. La carrera se neutralizaba ya en la primera vuelta por un accidente en el que se vieron involucrados el brasileño Felipe Massa (Ferrari), el alemán Nico Rosberg (Williams) y el italiano Jarno Trulli (Toyota), y cuando se liberó la carrera en la cuarta vuelta el asturiano arrebató el primer puesto a Jenson Button (Honda).

Instalado ya en la primera posición, su ventaja comenzó a crecer hasta que un nuevo accidente, esta vez del austríaco Cristian Klien (Red Bull), provocó nuevamente la salida del coche de seguridad y que Fernando Alonso perdiera su ventaja acumulada en cuatro vueltas. El personaje desgraciado de éste guión iba a ser Jenson Button, al que había pasado Alonso al liberarse la carrera por primera vez y en la segunda lo iba a hacer Kimi Raikkonen. Alonso, que había rodado a ritmo de récord de vuelta antes de detenerse a repostar por primera vez, cedió momentáneamente el liderato durante tres vueltas, pero una vez que se hubieron detenido los hombres de cabeza volvió a recuperar el primer puesto y comenzó a acumular una ventaja de 24.8 segundos de ventaja sobre Raikkonen.

La carrera en ese momento estaba sentenciada, pero en la vuelta 34 de las 57 de que constaba la carrera, otro protagonista, el alemán Michael Schumacher (Ferrari), el campeón en decadencia, cuando marchaba sexto tras Button, se salía espectacularmente a la entrada de la recta de meta y destruía su Ferrari, que terminaba en el lado contrario de la pista, obligando a neutralizar por tercera vez la carrera. Schumacher, aturdido o quizás avergonzado por su error, en cuanto vio un box con algo de rojo Ferrari (Toyota) se introdujo en él, ante la sorpresa de sus miembros y desapareció por la puerta trasera, mientras todos los coches aprovecharon la nueva interrupción para detenerse por segunda y última vez. Mientras, uno de los malos de la película, el colombiano Juan Pablo Montoya, que había dado un trompo en plena recta cuando calentaba los neumáticos antes de la salida que había provocado las risas de los miembros de la escudería Ferrari, y dado otro trompo cuando estaba en pista el coche de seguridad por primera vez, se desesperaba en boxes tras su compañero Raikkonen, al que los mecánicos estaban cambiando el morro de su coche.