Fernando Martín -FM ya para los periódicos que necesitan
abreviar cada día más para resumir y clavar sus titulares-, cuenta
con un reto apasionante a partir de hoy: acertar con una política
deportiva adecuada a los nuevos tiempos que vive el fútbol
europeo.
Una vez que resuelva el enigma de si habrá o no elecciones a
medio plazo, lo que es evidente es que los meses de marzo y abril
son decisivos siempre en cualquier club para ultimar la temporada
venidera. Y todo apunta a que ese objetivo lo debe de ejecutar
Fernando Martín en las próximas semanas, en los siguientes
meses.
¿Y ahora, qué? Se pregunta el aficionado. ¿Cuál debe ser el
estilo del nuevo Real Madrid? ¿Cómo quiere jugar? ¿Qué modelo se
puede copiar de otros clubes? Porque copiar las cosas buenas es de
listos.
Arséne Wenger le pintó la cara al Real Madrid. Con una defensa
de imberbes, con chicos de 20 años de media. Ahí, en el viejo
Highbury, tiene Fernando Martín un buen espejo. Algo habrá hecho
bien Wenger. El tiene un plan, pero sobre todo cuenta con algo
mejor: es previsor. Se marchó Vieira, pero formó a Cesc Fábregas y
trabaja ahora con Diaby, la gran estrella de la selección sub '21
de Francia. Se va uno, el equipo pierde la lógica dosis de
experiencia, pero se guarda un as en la manga. Eso es un plan,
trabajar siempre con la red debajo. A Wenger nunca le va a pillar
el toro. Es más y aunque no lo reconocerá, ya sabe que si se van
Cesc y Henry, el Arsenal cuenta ya con dos nombres de futuro en su
agenda. A David Dein y a su equipo de colaboradores, nunca les va a
atropellar el tren de la improvisación.
El segundo capítulo de la historia de Wenger fue fortalecer,
agrandar, rodear a su emblema, a su escudo, a su capitán, Thierry
Henry, de chicos jóvenes. En Highbury sólo manda uno. El capitán. Y
los demás aprenden y crecen a su lado. Por experiencia y por
galones. En Londres refuerza la imagen de su capitán y a su
alrededor el club progresa, mientras los demás se empapan de los
valores de una entidad nacida en 1848.
El Arsenal no maneja las urgencias del Madrid. Pero interpreta
un papel diferente, una forma inteligente de ver la vida. La
explosión de Eboué ayer en Highbury es el fin de un hermoso
proyecto en Costa de Marfil. El Arsenal mima una escuela de fútbol
en Abidjan, saca los mejores chicos de allí, los traslada luego a
Bélgica, los pone a jugar en el Beveren, un modesto club de Primera
división, se hacen europeos y allí si destaca alguno, el Arsenal
les abre la puerta.
Con sacar a uno cada cinco años ya cumplían las expectativas. En
tres temporadas, ya han aparecido dos: Kolo Touré, uno de los
mejores centrales del mundo, y ahora Eboué, un juvenil que aburrió
a Robinho en el Bernabéu. Los dos estarán en el Mundial. Medalla
para Wenger y su gente. Y enhorabuena a la escuela marfileña.
El Madrid abre escuelas en Africa, son centros cuyo fin es la
obra social, algo meritorio y loable sin duda. Pero no son
academias de fútbol en el sentido estricto. Desde la llegada de
Samuel Eto'o al Real Madrid, un fichaje de José Martínez 'Pirri',
el club nunca ha confiado en ese continente, y de ahí van a salir
buenos futbolistas siempre. Francia los capta y luego hace
caja.
Cuando Florentino Pérez llegó al Real Madrid, Zidane y Figo eran
grandes futbolistas reconocidos mundialmente. Eran fichajes claros,
valores seguros. Buenas contrataciones, sin duda. Ahora, el
problema es que hay más de diez, incluso veinte, de gran nivel, que
posiblemente no sean ni mucho menos como Zizou y Figo. Pero es lo
que hay. Sólo basta con echar un vistazo al Lyon, al Arsenal, al
Chelsea, al Liverpool, al Milán. Más de veinte jugadores en Europa
podrían jugar tranquilamente en el Madrid.
Fernando Martín maneja un nuevo panorama. Y por eso, su
entrenador debe tener claro a qué quiere jugar. Xabi Alonso, Cesc
Fábregas. Los dos no cuestan menos de 30 millones de euros.
Ibrahimovic, Adriano, Zokora, Yaya Touré, un tipo de banda
izquierda -Malouda, en Lyon-, ese es el perfil de futbolista que
camina con solvencia en Europa.
Pero es el nuevo entrenador del Real Madrid quien debe dar el
visto bueno. Fernando Martín es inteligente y está en ello. Fabio
Capello es su preferido y el italiano debe dar con urgencia el paso
adelante y aconsejar en la sombra si acepta el proyecto porque el
Juventus está ya en cuartos de final de la Liga de Campeones. Y
Capello no puede desviar su atención cuando está jugando en
Europa.
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