Roberto Heras dice que se siente tranquilo y «convencido» de que su presunto positivo por EPO en la última Vuelta es «un error del laboratorio», única posibilidad que le podría salvar de ser despojado de su cuarto triunfo en la Vuelta y de su prematura retirada del ciclismo, si el contra análisis del 21 de noviembre confirma el resultado inicial.

De momento, y mientras se consumen los días hasta el veredicto definitivo, Roberto Heras ha entrado en la estela de la sospecha y sus éxitos quedan en entredicho. Su hazaña en la última Vuelta, que le permitió quedarse solo en el palmarés con 4 títulos, sus exhibiciones en Pajares y Valdelinares, quedan pendientes de ser ratificadas por un laboratorio antidopaje. El ciclista de Bejar, que cumplirá 32 años el próximo mes de febrero, se ha convertido en otro líder de las grandes vueltas envuelto en la sospecha del dopaje.

El todopoderoso Lance Armstrong, el rey del Tour, pasó por el oscuro túnel tras ser desvelado por un periódico un presunto positivo por EPO en 1999. Unas pruebas congeladas tuvieron la culpa. La reacción de los responsables del Tour y del propio corredor hicieron añicos las relaciones entre ambos. Se trataba de la enésima convulsión en el ciclismo, machacado sin respiro por un problema que da razones para que su trayectoria sea regresiva.