Carlos de Torres|CIUDAD REAL
El italiano Alessandro Petacchi, del Fassa Bortolo, el caballero rodante más rápido del mundo, repitió victoria en la cuarta etapa de la Vuelta en un lugar de la Mancha de nombre Argamasilla de Alba, adonde llegaron bajo un calor de fuego 194 ciclistas procedentes de Ciudad Real, después de completar un recorrido de 232 kilómetros, que le permitió al australiano McGee seguir vestido de oro.

Petacchi sigue encantado por las llanuras manchegas, que no le ofrecen más que victorias y satisfacciones. Ni el calor ni la embestida masiva de todos sus rivales le hacen doblar la rodilla. En la villa de Argamasilla, cervantina por los cuatro costados, firmó el italiano su decimocuarta victoria en la Vuelta, además en un final inédito en la jornada más larga.

A 64 kms/hora alzó los brazos el líder del Fassa Bortolo, en medio de un bosque de bicicletas muy cercanas, un esprint anárquico donde la figura blanquiazul del magnífico Alessandro emergió a última hora. Con un tiempo de 5h.41.29 relegó en esta ocasión al noruego Hushovd y al alemán Erik Zabel. El belga Boonen no entró en la pelea cuerpo a cuerpo.

Otra jornada con descarga de fuego a plomo sobre las sufridas espaldas de los corredores, que celebraban que había hecho «algo menos de calor», pero sin bajar casi nunca de los 40 grados. Otro día de liderato para el aventurero austral Bradley McGee (Francaise), cuyas peleas propias, y las de su equipo, se limitan a reducir el tiempo de los escapados a cotas razonables para que no peligre el jersey oro.

Así salió airoso por segunda vez con las diferencias intactas, 32 segundos, respecto al italiano Bertagnolli (Cofidis) y 39 respecto al español Antonio Flecha, segundo y tercero respectivamente. Joaquín Rodríguez (Saunier), líder de la montaña, es cuarto a 41 segundos.

Hasta el momento de poner en juego la etapa, no faltaron los voluntarios en busca de hazañas, aquellos anónimos que salen disparados para emanciparse del pelotón. En este apartado el día fue muy francés, ya que fueron los galos Edaleine, Finot y Joly, los que más tiempo estuvieron «chupando» cámara. Formaron cuarteto en fuga con el veterano holandés Van Bon en el km 22 y luego se quedaron solos en el 144 con el hundimiento del corredor del Davitamon.

La fuga llegó a tener 13 minutos de ventaja, pero con el maratón que tenía por delante y las ganas de esprint que destilaban los equipos de los velocistas, el sueño se esfumó en el km 186. A partir de ese momento y con un viento mínimo se partió el grupo en tres partes.