Nadal muestra el trofeo que le acredita como ganador del Masters Serie de Montecarlo. Foto: OLIVER HOSLET

Efe|MONTECARLO
Rafael Nadal, de 18 años y 10 meses, se convirtió en el segundo jugador más joven en la historia en hacerse con un torneo Masters Series -sólo Michael Chang lo consiguió a una edad más temprana- al doblegar ayer al argentino Guillermo Coria, defensor del título, por 6-3, 6-1, 0-6 y 7-5 en Montecarlo. Al límite de sus fuerzas, y en tres horas y nueve minutos, Nadal consiguió su primer Masters Series, lo que no pudo lograr el pasado domingo ante el suizo Roger Federer en Cayo Vizcaíno, en pista dura, a pesar de que estuvo a tan solo dos puntos del triunfo.

Esta vez, en una superficie mucho más natural para él, en la misma en la que ya ha triunfado esta temporada en la gira suramericana en Costa do Saupie (Brasil) y Acapulco (México), y donde inició su carrera de éxitos en Sopot el pasado año, Nadal pudo al fin levantar un trofeo de esta envergadura y suceder al estadounidense Michael Chang, el más joven ganador de un Masters Series, con 18 años y cinco meses, en Toronto en 1990. El triunfo sitúa a Nadal en lo mejor de su carrera y hoy aparece segundo en la Carrera de Campeones y el duodécimo en la Lista de Entradas, con asignación de cabeza de serie fijo en Roland Garros, donde ansía debutar después de dos intentos fallidos, y con muchísimas posibilidades ya de atrapar una de las ocho plazas para la Copa Masters que se disputará a final de año en Shangai.

Las piernas y sobre todo, una frialdad a prueba de todo llevaron a Nadal al triunfo más importante de su carrera. El joven zurdo de Manacor dominó con claridad los dos primeros sets, ganando 11 de los 12 últimos juegos, sin apenas sentir la presión de medirse con un jugador como Coria que ha disputado ya seis finales de Masters Series, ganando dos, y que ha estado presente tres veces seguidas en la de Montecarlo, además de ser finalista en Roland Garros en el 2004. Es decir un consumado especialista en esta superficie y de probada experiencia en situaciones complicadas. Para muchos el jugador más difícil de batir sobre el polvo de ladrillo.