El lateral diestro Diego Cordero pugna por un balón con un contrario. Foto: SONIA GAITÁN.

El empate del Eivissa frente al líder Manacor tiene connotaciones negativas, ya que el juego que desplegó el cuadro de Bernabé Herráez fue muy previsible y el punto obtenido tampoco vale de mucho debido a que la distancia en la tabla continúa siendo la misma que la pasada jornada, nueve puntos. Además, la igualada llegó tras un penalti dudoso en los compases finales de partido. La imagen y los resultados que ofrecen el cuadro deportivista cuando juega en casa no está acorde con los objetivos del club, debido, en gran medida, a la autopresión que se imponen los propios jugadores que finalmente les hace que salgan atenazados al campo.

Ayer fue otro claro ejemplo, aunque la llaga se hizo más profunda, porque los locales no trenzaron una jugada y recurrieron al mal denominado fútbol directo del que difícilmente se obtiene resultados si delante se encuentran a un equipo muy sólido en defensa y práctico en ataque como es el caso del manacorí. Esta fórmula puede ser buena para la Tercera balear, pero a buen seguro que no lo será para la liguilla, aunque eso es otro cantar.

El rendimiento de muchos jugadores de la plantilla bermellona también deja mucho que desear, ya que hay algunos que deambulan por el césped sin dar la verdadera medida que se dan de ellos. Uno de los pocos futbolistas que se salvó de la quema fue el madrileño Roberto, que puso casta, entrega y calidad, argumentos que otros compañeros suyos no utilizaron. El Eivissa sólo disparó dos veces a puerta durante los 94 minutos de partido. La primera en el minuto 38 del primer tiempo, y la segunda en el 53, ambas salieron de las botas de Cervantes. El Manacor, por su parte, no hizo gala de su condición de líder, o al menos en el juego, ya que sólo tuvo dos oportunidades de gol. La primera acabó dentro de la portería de Vicente después de que Barbón centrase desde la derecha y Marcos peinase de cabeza con el consiguiente error del cancerbero pitiuso que se tragó el balón. Era el minuto 34; y la segunda y última tras un disparo de Óscar que despejó el portero ibicenco.