El Mallorca no encuentra la salida del laberinto. Las bandas no existen, el centro del campo ni roba ni crea y la defensa es un paraíso para sus visitantes. Ayer perdió ante un Barça que no necesitó tirar de su inagotable repertorio para ensañarse ante la extrema debilidad local. A pesar de la siesta visitante, que se echó a dormir en la segunda parte, cuando Samuel Etoo recibió la ovación pendiente de Son Moix y se marchó al vestuario con dos goles más en sus alforjas, la humillación pudo ser de escándalo. Tres mano a mano desperdiciados por Larsson, que abrió el triunfo con un gol de rebote, y un torrente de acercamientos al área de Moyà definieron un partido de dirección única en el que un equipo de fútbol se limitó a cumplir su trabajo frente a once fantasmas vestidos de rojo. Delibasic reactivó a la grada tras el descanso y maquilló la humillación con un gol que no debe ocultar el desastre anterior (1-3). Hubo minutos de calvario para el Mallorca en la primera parte. Momentos de esplendor visitante, de fútbol artístico, aderezado con un empeño en la presión que complementó adecuadamente la magia y el toque. Jugaron los blaugrana a una mayor velocidad de crucero. Enfrente, el Mallorca no corrió, apenas trotó y se dejó zarandear por el vendaval de un adversario tan serio en defensa como chispeante en ataque. Un obstáculo excesivo.
Primera División
Samuel Etoo hurga en las miserias del Real Mallorca (1-3)
El camerunés destapó las carencias del conjunto de Benito Floro con dos goles en dos minutos
27/09/04 0:00
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