1 ALAIOR: Toni(H), Víctor Gordillo(HH), Isma Marqués(H), Jordi Perea(H), Biel Medina(HH), Torné(H), Tóbal(HH), Julián(HH), Isma Vidal(H), Abel(HH) y Ernesto(H)
Cambios: Iván(HH) por Abel, Joan(HH)por Isma Vidal y Javier(HH) por Julián.
3 SANTA EULÀLIA: Torres(H), Alfonso(HH), Malinf(HH), Valori(HH), Vilodre(HH), Víctor(HH), Edu López(HH), Cruz(H), Meca(H), Iñigo(H)y Borja(HH)
Cambios: Espadas(H) por Cruz, Sergio(H)por Iñigo y Angel(H) por Borja.
Àrbitro: Julio Bastida Garcia(H). Amonestó a los locales Gordillo, Medina, Torné y Tobal. Por parte del cuadro pitiuso vieron cartulina Torres, Malinf, Vilodra, Víctor y Borja. Expulsó por doble amonestación al albinegro Tóbal.
Goles:
1-0, minuto 13, Abel.
1-1, minuto 39, Valori.
1-2, minuto 46, Edu López.
1-3, minuto 80, Meca.

Joan Martí

Se resitió como el cordero se resiste al matadero. Se defendió como pudo e incluso trató de eludir el lógico desenlace de una derrota casi anunciada ante el actual campeón de Tercera. Lo intentó pero pasó por el aro porque la Peña Deportiva impuso su enorme superioridad. Y es que lo de ayer, al margen de los cuatro goles, fue un auténtico tostón animado tan sólo por la esperpéntica actuación de un sujeto llamado Julio Bastida García. No influyó el colegiado en el resultado. Ni dio ni quitó nada a nadie. Pero, quizá sea su espectáculo lo que más dé para contar de un encuentro en el que él y sólo él fueron protagonistas. Su comportamiento, su talante chulesco, su invitación incluso a un guardia de seguridad a retirarse de detrás el banquillo y sus constanes careos con los jugadores provocaron las repetidas protestas del aficionado.

Si este señor fue diana de las protestas del respetable por su actuación de mando y ordeno, el arco vació con sólo el meta Torres bajo los palos debió ser anoche motivo del insomio de Isma Vidal. La entrada en el once titular del centrocampista Julián Calzada por Javi Rodríguez pareció funcionar. Pero tras el tanto de Abel superados los primeros diez minutos de juego, Vidal dilapidó la ocasión más clara para subir a dos la renta y dejar malherirdo al equipo de Santa Eulària antes de cumplirse la media hora de juego. Isma Vidal perdonó y acabó cumpliéndose la ley de Murphi.

A partir de ahí el conjunto de Simón fue creciéndose consciente de que sobre él recaía ayer en Los Pinos la etiqueta de favorito. Tras varios intentos sin fortuna llegó el empate obra de Vallori. El jugador visitante se anticipó a la salida del cancerbero alaiorense, recogiendo de volea sobre el punto de penalti el cuero botado por Alfonso desde el vértice del área.

Con el empate llegaron los primeros síntomas de inferioridad. El Alaior, agazapado, comenzó a temer por la derrota. Y tanto temor acabó siendo una realidad. Los visitantes se lanzaron al ataque en tropel, mientras el conjunto de José Fluviá Pío trató de sobrevivir al patadon y al contraataque sin fortuna alguna.

Pero el segundo tanto de la Peña Deportiva era cuestión de tiempo. Y llegó cuando y como más duele. Tóbal perdió el cuero en la frontal del área en una jugada de ataque albinegro y, en breves instantes, el cuero que amenzaba peligro sobre el portal de Torres acabó en cuestión de segundos al fondo de la red deToni. Tóbal no acertó al remate, Alfonso, atento, recogió el rechace sobre la frontal y tras galopar treinta metros, cedió el cuero a Edu López para que rubricara a placer el segundo de la tarde, cuando se había cumplido ya el tiempo reglamentario.

Tras el descanso, más de lo mismo. El Alaior esperó atrás en busca de un contragolpe imaginario que cambiara el sino del encuentro, mientras el cuadro pitiuso se limitó a esperar la ocasión perfecta para sentenciar el partido. Pero si malos fueron los 45 iniciales, peor anduvo el juego durante toda la segunda mitad en la que las ocasiones brillaron por su ausencia en uno y otro bando.

Sólo un disparo forzado de Borja, que salió desviado sobre el larguero, puso en peligro la portería local. Pero el colegiado, Julio Bastida García, no estaba dispuesto a que el aficionado pagara su entrada y se fuera ávido de espectáculo. A falta de emoción la pusó él. Así, a diez minutos para la conclusión del encuentro se inventó un penalti de Tomé sobre Meca, que el propio jugador se aprestó a transformar. Fue la guinda del pastel. Luego, poco más. Y se acabó cumpliendo la lógica.