Los medallistas de doma clásica, sonrientes ante su éxito.

Con la boca abierta se habrán quedado todos aquellos que aventuraban un sonado fracaso para la delegación española en Atenas. En el ecuador de los Juegos, se ha alcanzado el cincuenta por ciento del objetivo. Con las de hoy ya son seis y esto promete mucho más. La última semana llega cargada de posibilidades y a medida que avance, se pueden escalar posiciones a zancadas dentro del medallero. Paciencia era lo único que se necesitaba.

Una lección de doma. Pocos esperaban que el cuarteto español de doma clásica fuera a dar la campanada. Y así ha sido. Casi desde la clandestinidad, Beatriz Ferrer-Salat, Juan Antonio Jiménez, Ignacio Rambla y Rafael Soto se colgaron una plata que sabe a oro, y de paso demostraron que la equitación también merece la atención de los aficionados en en evento así. De esta manera, reivindican un papel digno para una modalidad clásica en el programa olímpico, pero huérfana de alegrías para el medallero.

Tras la pista. Sergi Escobar era junto a Joan Llaneras la carta que Jaume Mas tenía reservada. El de Lleida no pudo meterse en la final por el oro y certificar así su condición de campeón del mundo y vencedor de la general de la Copa del Mundo en persecución individual. Pero en la pugna por el bronce, le siguió la pista a un metal hasta ahora desconocido para nuestra délegación. Escobar sigue engordando una hoja de servicios que le permite cerrar el 2004 esbozando una amplia sonrisa.