Bekele ofreció al público que abarrotaba el estadio Olímpico una
exhibición de fuerza al cabo de 24 vueltas a la pista que fue
retribuida con el único título que le faltaba y una atronadora
ovación de los espectadores.
«Kenny», como le gusta que le llamen, fue la figura estelar de
la primera jornada de atletismo y el segundo campeón del día. Antes
lo había sido el italiano Ivano Brugnetti en 20 kilómetros
marcha.
Los etíopes, que habían copado el podio un año antes en los
Mundiales de París con la misma gente que competía aquí en la final
de 10.000, demostraron no tener prisa. Hasta que el más viejo,
Gebreselassie, tomó el mando en el tercer kilómetro y le secundó
Bekele. El grupo se puso en fila, como siempre que atacan los
«hombrecillos verdes».
Faltaban 15 vueltas para el final y ya estaban en cabeza los
tres etíopes. Los kenianos, sus enemigos mortales, metieron arriba
a Moses Mosop, pero también él resultó fulminado por el paso
infernal. Sólo el ugandés Boniface Kiprop, campeón mundial júnior,
aceptó el reto durante unas vueltas.
Gebre, doble campeón olímpico y cuatro veces del mundo, autor de
18 récords del mundo, se entregó a 7 vueltas del final. El ritmo
que ponía Sileshi Sihine fue demasiado incluso para «el jefe».
Kiprop, por el contrario, osó ponerse en cabeza. ¿Quién dijo miedo?
Su aventura acabó a dos kilómetros de la meta. Bekele salió con
fuerza y en media vuelta dejó muy atrás al osado ugandés. La
medalla de oro se la iba a jugar con su compatriota Sihine.
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