Los primeros Juegos Olímpicos del siglo XXI ya son una realidad.
Grecia y el mundo vibran al ritmo del deporte en estado puro. Ése
que cada cuatro años mantiene enganchados al televisor a miles de
millones de personas que por unos días queman adrenalina a la
velocidad a la que sus ídolos se cuelgan las tan preciadas
medallas. Pero por encima de todo, son los Juegos del reencuentro
con unas raíces que han hecho trizas todas las fronteras. Todo un
planeta pendiente de una ciudad en la que el prestigio y el honor
de 202 naciones está en juego. Es la oportunidad que el país heleno
precisaba para reivindicar que es un país de primera, alejando los
malos augurios que aventuraban un desastre .
La mejor muestra del sentimiento colectivo de todos sus
ciudadanos se vivió en una ceremonia inaugural atípica. La música
electrónica y la liturgia olímpica se entremezclaron para elevar a
la máxima potencia uno de los momentos con los que todo deportista
sueña.Un grito, un sentimiento que tiene en la llama olímpica su
más ardiente expresión. La cuenta atrás ya no existe, ahora lo que
cuenta es subir a lo más alto del podio y escuchar el himno en
pleno baño dorado.
Estos Juegos prometen. El deporte se ha convertido en más que
una simple cuestión de Estado y Atenas va a ser el escaparate para
nuevas naciones que quieren darse a conocer. Cinco continentes al
unísono. Grecia desborda sus pasiones y contagia su descarado
carácter a todos sus visitantes. Atenas 2004 ya es una realidad que
se puede palpar con las manos. Durante dos semanas, España afronta
un examen que puede desembocar en la cita de Madrid 2012. El
rendimiento de nuestros representantes y las medallas que traigan
en sus mochilas pueden acabar de lanzar el proyecto capitalino. Y
de paso, Palma sentiría en primera persona lo que son unos
Juegos.
Todo marcha en Atenas. Mucha seguridad, caos en sus arterias
principales y mucho calor. Las temperaturas se disparan desde hoy.
El día más esperado ha llegado, y con él, la oportunidad para que
Balears vea reconocida la labor de una generación de oro.
La primera medalla puede caer en cuestión de una semana y no es
cuestión de desaprovechar la ocasión. Algunos de los que se
perdieron el desfile en directo se reservan para la traca
final.
Atenas es una fiesta. Pueden ser los mejores Juegos de la
historia, pero en la memoria sigue presente Barcelona. Ayer, muchos
recordaban que esta ceremonia no tenía nada que ver con la noche
más mágica de Montjuïch. Todos le debemos una excusa a Atenas
porque están a la altura. Que tome nota Pekín... y de paso Madrid.
Empieza el espectáculo, dos semanas para soñar.
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